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El señor periodista la llamó “petarda”. Ella acababa de terminar su gira por Europa y logró lo que ningún artista antes: llenar cuatro veces seguidas el Estadio Santiago Bernabéu; es decir, 240.000 personas compraron la boleta para presenciar el espectáculo de la Bichota.
En el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra “petarda” significa, en la primera acepción, “persona pesada, aburrida o fastidiosa” y, en la segunda, “persona poco competente en su cometido”.
Después de la presión mediática, el mismo señor salió a disculparse, a decir que, sencillamente, lo aburría. Dijo que, incluso, recibió amenazas y comentarios violentos por haber usado ese calificativo. Esto último, además de aterrador, es buena muestra de las terribles formas que hemos aprendido como sociedad para gestionar la confrontación. Otro ejemplo del “conmigo o en mi contra”.
El señor periodista tiene pleno derecho a expresar su apreciación. Si lo aburren Karol G., su música, su espectáculo y sus seguidores, no hay problema en que así lo diga.
Ahora, si nos centramos en la segunda acepción, Carolina Giraldo, lo menos que es, es petarda. Si algo ha demostrado es ser absolutamente competente en su cometido.
Muy pronto, en los inicios de su carrera, aprendió a leer los códigos de una industria dominada por hombres. Poco a poco ha perfeccionado su personaje. Toma decisiones que potencian su desarrollo profesional; sabe elegir con quién trabajar; lidera un equipo inmenso y se esfuerza por compartir su éxito.
Que sus letras y melodías no sean del gusto de todos es lo de menos. Así tiene que ser, y ella, que no es ingenua, lo repite cada que puede. Pero eso no quita que reconozcamos que con su mente y su sensibilidad ha logrado lo que para la gran mayoría era, incluso, inimaginable.
Premios internacionales y nacionales a granel. Dominio en los ránquines de plataformas musicales. Decisiones con fuerza simbólica muy potente como pasar del discurso al hecho, lo que es bien difícil: ¿empoderamiento femenino? Pues empecemos por contratar mujeres músicas y llenar los escenarios internacionales con sus talentos. Y eso es solo un canapé.
Creó la Fundación Con Cora con el propósito de apoyar a mujeres en situación de vulnerabilidad. A través de esta, multiplica mensajes y acciones en contra de la violencia de género, de la pobreza, de la desigualdad de oportunidades. Niñas que llegan a la NASA; jóvenes becadas para estudiar en la universidad; tatuadoras que encuentran espacio para su desarrollo profesional; acompañamiento a deportistas olímpicas y de la F2… y la lista sigue en colegios, hospitales y en el apoyo a otras fundaciones.
Es, en la industria en la que se mueve, una mujer muy competente. Está reinando y, parece, será un reinado de largo aliento. ¿Petarda? No. ¡Bichota!
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