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Me siento frente al computador y una cerveza a escribir. No tengo una finalidad, solo dejo acá palabras sueltas que a algún lado llegarán. Como espero que me llegue alguna idea brillante, una columna que valga la pena. Algo que el lector pueda disfrutar. No se me ocurre nada. Hacia afuera. Por eso escribo hacia adentro. 

Son días difíciles. Estoy en medio de dos cuerdas que me empujan para dos lados diferentes. Estoy, como la sexta carta del Tarot de Marsella, en medio de dos mujeres que intentan seducirme. Dos caminos, dos posibilidades. Un lado que me empuja hacia el encuentro de una espiritualidad y equilibrio mental y otro que me empuja hacia mi pasión. Sí, mi pasión parece estar atentando contra mi espiritualidad y viceversa.

Mi día comienza temprano. Mi trabajo es, casi siempre, escuchar. Escuchar el dolor, el horror. Soy una esponja. Absorbo sentimientos. No siempre positivos. La esponja, cuando se llena, queda oscura, manchada. No puede seguir limpiando. Yo no puedo seguir pensando en alguna noticia, algún tema de actualidad, algo novedoso. Debo escurrirme.

Hace poco un amigo me dijo que debía escribir con libertad. Que debo soltarme, dejarme llevar. Llevo tiempo intentándolo. Dejar que las palabras que publico hablen un poco de mí. He dejado de publicar mis columnas con la excusa de que ya no uso redes sociales, sabiendo que las puedo subir con facilidad. Lo he hecho porque lo que escribo aparece al final de una reunión, una hora antes de enviar, a punto de abordar un avión o en el estrés antes de cumplir con otra responsabilidad. El archivo de Word de la columna se convierte en un archivo más. Otra hoja que solo aparece en blanco después de mostrarme otros tres archivos pendientes.

Escribir se convierte en una tarea más. Una responsabilidad adicional. Así no puedo tener libertad. Acostumbrado a revisar los documentos que entrego una y otra vez. Reviso las columnas una y otra vez para cambiar palabras que lo único que hacen es ocultar lo que siento de verdad. Ocultar porque no sé qué dirán. Porque puede no haber cohesión o coherencia o algún asunto relevante. Porque primero está la pasión y después la espiritualidad que solo se encuentra mirando hacia adentro.

No parece una columna para después de semana santa. Hoy debería estar recargado. ¿Con full energía ya?, me preguntan en la primera reunión. A las cinco de la tarde sentí que la energía se drenó. Como dreno aquí un poco de mugre de esa esponja. Sin decir mucho, pero con el reto gigante de intentar publicar esto.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/martin-posada/

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