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Hay un Bugatti en Medellín. ¿Eso por qué es noticia? Lo replican aquí y allá. Lo vi en Cambio, en El Colombiano, en El Espectador… supongo que debe ser de interés para la Dian.
Puede que el problema sea mío, que me falle el olfato periodístico. Ya llevo muchos años fuera de una sala de redacción. O puede ser que yo no entienda lo que está pasando. O que no esté pasando lo que estoy entendiendo. Pero ese es otro asunto.
Cuentan, pues, que viene el costosísimo carro a Medellín y leo que en redes sociales le dieron la bienvenida y que hubo quienes propusieron que lo exhibieran para poder ir a verlo.
¡Ay de esta ciudad que sigue siendo la misma que salió asombrada a ver el carro de Coroliano Amador, el burro de oro. El primero que anduvo por las calles y que cuando se averió tuvieron que arrastrarlo con caballos, porque no había en aquel villorrio entre montañas que era Medellín en aquel entonces quien supiera repararlo!
El carro del asombro ahora lo trae un gringo que se enriqueció transando criptomonedas, esa otra forma de la especulación que hizo posible el mundo de hoy.
Y a este pueblo que somos todos, tan ávido de riquezas —de tenerlas o de envidiarlas— de una vez parece rendirse al ruido del motor que ya viene, que se acerca, que ya casi se paseará por estas calles.
Que viene el Bugatti y desde ya me imagino la conversación fútil, el asombro ingenuo, la selfie boba junto al carro parqueado en la calle.
Y quizás sea esa alabanza torpe al dinero, ese deslumbramiento fácil por lo costoso, parte de la tragedia de esta ciudad que ha ido vendiendo sus espacios al mejor postor, para lamentar después —y con falsa sorpresa— la mala suerte de lo vendido.
Me retracto, entonces. No se me hace raro que la importación del lujoso carro (18.000 millones, leí que era su costo) haya sido noticia, porque ha sido costumbre que a esta ciudad la asombre la opulencia: de las extravagancias de Amador, de paso por los palacetes hoy abandonados de Prado a la demolida Casa del Millón, por cuyo frente la gente pasaba en romería.
Mala mía, digo, que me pregunto por qué cuando el asunto es obvio: que hay quien cree que millonario es lo mismo que maravilloso.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/mario-duque/