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“En estos días me sorprendí diciéndole a una amiga ‘estoy dedicada a las pequeñeces’ haciendo referencia a mis labores de corrección, edición y producción de textos por encargo. Me gustó haberlo dicho de esa manera, quizás porque nunca lo había hecho, aunque siempre lo he pensado: alguien tiene que hacer las cosas pequeñas para que otros hagan las grandes”. Esto dice en la página 63 el libro Telarañas, de Gloria Estrada, editado por Arbitraria este año.

He disfrutado la lectura de Telarañas porque su belleza hace que tocarlo con los ojos sea como caminar descalza por el pasto mojado de una montaña. La misma que su autora describe con detalles que solo una mirada entrenada para ver todos los mundos que caben en este puede capturar. No voy a detenerme en los elogios: el prólogo del libro, escrito por Cristina Toro, los recoge todos en un fino bordado de palabras que honra el arte de los textos que precede.

Telarañas es un juego de escalas: la intención editorial de la colección a la que pertenece es destacar “las formas breves, que están al margen, que no son grandes novelas ni cuentos sino apuntes”. Separar las cosas pequeñas de las cosas grandes. Digo que es un juego de escalas porque me he preguntado por los fundamentos de esta separación y en esos pensamientos he jugado a cambiar de tamaño para descubrir que lo que nos han enseñado que es pequeño tal vez sea lo más grande que existe.

Calificar lo cotidiano como pequeño o sutil es desconocer que lo que nos pasa todos los días es lo único que nos pasa y por eso es enorme: es la existencia. Observar a las arañas que llegan a visitarnos, ser testigos del crecimiento de las plantas, hacer acuerdos con los gusanos para que todos podamos alimentarnos del mismo jardín, aprender a leer los mensajes que envían las nubes con su danza y cuidar el agua que beben los seres que habitan nuestra vereda. ¿Hay algo más grande que eso?

Gloria Estrada, tal vez sin proponérselo, teje con sus Telarañas un tratado por la justicia de lo cotidiano. Los textos, que son una recopilación de las notas que ha consignado en Facebook durante años, tienen el poder de conjurar el hechizo de la excepcionalidad y de mostrarle al lector una nueva escala para medir el mundo. 

En tiempos convulsos en los que el espectáculo engaña, darle importancia a los hilos invisibles que tejen las arañas que nos rodean y tener la capacidad de mostrar que todas estamos conectadas a través de ellos es un gesto de resistencia y audacia. Hacerlo con belleza es la única forma y Gloria, “correctora de textos, habitante de montaña, periodista por encargo y huertera sin graduar” es, sobre todo, una poeta.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/valeria-mira/

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