Escuchar artículo
|
Hace algunas semanas, en este mismo espacio hablábamos de adultocentrismo, de esa absurda obsesión por creer y crear un mundo de adultos y para adultos. Sin ánimos de caer en la repetición, esta semana me queda imposible hablar de algo diferente que de la niñez.
Mi niña se levanta todos los días feliz para irse a su colegio. Se emociona pensando a que jugará hoy y si sus amigos y amigas llevarán juguetes nuevos. Nos arreglamos juntas, la peino con la dulzura que mis manos torpes lo permiten y la acompaño a subirse al bus que la llevará hasta él. Nos despedimos con un beso y un “te amo” y ella se va feliz y yo me quedo tranquila y confiada de que esa misma tarde un abrazo y mil historias divertidas nos reunirán de nuevo.
En nuestra rutina diaria no hay espacio para la duda ni para el miedo. Nunca se ha pasado por mi mente la posibilidad de que alguien en su colegio le haga daño, ni me despido de ella temerosa de que no estará bien cuidada. Yo le entrego a ese colegio lo más importante de mi vida, con la confianza plena de que este es un espacio seguro para mi chiquita.
Seguro aquella mamá en Cúcuta tuvo ese día una mañana rutinaria similar a la nuestra. Despidió a su hijita y jamás imaginó que en unas horas una llamada cambiaría su vida y la de ella. Nunca se le ocurrió que ese día, su niña de apenas 5 años iba a ser víctima de un abuso sexual.
La violencia en contra de nuestros niños y nuestras niñas está fuera de control. Ni sus casas, ni sus colegios son ya entornos seguros.
Vemos como con regularidad en redes sociales, padres y madres en busca de la falsa aprobación digital hacen bromas crueles y maltratan públicamente a sus hijos. Pasivos, asistimos al espectáculo de la degradación, de la humillación y de la discriminación sobre estos niños que no tienen como defenderse de sus propios padres. Pasivos, vemos como millones, MILLONES, de personas le dan “like” a estos videos. Pasivos contemplamos esta barbarie en contra de una niña y ni nos sorprende. Pasamos al siguiente vídeo y nada pasó.
¿Cuántos más niños y niñas deben ser abusados para que tomemos acción? ¿Cuántos más niños y niñas se deben suicidar a causa del bullying para entender que las bromas pesadas no son chistosas y por el contrario humillan y ridiculizan? Nuestra niñez está sin duda más sola que nunca.
Y qué hacer nos preguntamos muchos, ¿cómo cambiar el rumbo de esta sociedad que pareciera perdida?. Por el momento no se me ocurre más que con educación.
Programas de formación y acompañamiento a docentes con enfoque de género y educación sexual abierta y clara. Capacitación en identificación temprana de casos de alto riesgo de violencias sexuales. El cuerpo docente necesita de manera urgente una actualización en disciplina positiva y pedagogías respetuosas, la educación de la niñez del ahora exige metodologías del ahora.
Para madres, padres y cuidadores, oportunidades de formación en crianza respetuosa y psicología infantil. Acompañamiento para la identificación de problemas de salud mental en sus niños, niñas y adolescentes, capacitación en pautas de crianza con enfoque de género y construcción de redes de acompañamiento familiar, escolar y comunitario.
Si queremos un mañana mejor, el trabajo sin duda tiene que empezar con los niños de hoy.