Para el 2026 quisiera

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Ayer fue un día clave para nuestro país: se eligió a quien será nuestro presidente en los próximos cuatro años. Han sido meses muy complejos en todo sentido: personas que se han animado a ser candidato (no debe ser fácil elegir ese camino); familias que se vuelven “figuras públicas”; allegados, colaboradores y voluntarios que salen a las calles a defender y promocionarlos y, en general, miles de personas alrededor de una ilusión: ser presidente

No sólo los círculos que rodean a un candidato han tenido meses difíciles, para todos los colombianos han sido momentos de incertidumbre, miedos, dudas, ira, entre otras emociones; redes sociales colapsadas con el mismo “ruido”; noticias falsas por doquier y, lo peor, peleas entre familiares y amigos por una forma de pensar en la política, en donde una postura es más fuerte que otra y, que al final, nos pasará factura, nos veremos con nuestros seres queridos nuevamente y nos dolerá haber perdido amigos por esto.

Es por ello que quiero proponerles “un sueño” para las elecciones 2026: ¿qué tal si se hacen las siguientes reformas?

  1. Que ningún expresidente pueda participar en política; que ninguno, sin excepción alguna, puedan liderar partidos políticos o influir directamente en un candidato.
  • Que los partidos políticos se redefinan, tanto desde sus principios como desde las personas que los integran: por ejemplo, el partido liberal promueve el matrimonio entre parejas del mismo género, por ende, no puede ser parte del partido una persona conservadora que no crea en ello y, viceversa. Así para todos los temas. Partidos con principios y personas afines.
  • Aquellas personas que ya se han lanzado dos veces a ser candidatos presidenciales, no pueden lanzarse una tercera; este sueño promueve un recambio de líderes; de ideas y de futuro.
  • Que el voto en blanco sí sea una opción. No más votar porque tocó, sino que tenga el significado que merece, tal y como lo expone José Saramago en su libro Ensayo sobre la lucidez.
  • Que los debates sean un compromiso adquirido por los candidatos. Eso sí, que esté prohibido hablar del otro candidato. Me imagino algo como el juego de no apto (“no apto para jugar”- el cual recomiendo) y se le silencie el audio a quien nombre o ataque a otro candidato.

Ahora, debemos tener claro que no podemos únicamente pedirles cambios a los que nos lideran, como dicen los papás “la educación proviene de casa”, por eso, como sociedad podemos hacer las siguientes reformas:

  1. ¿Qué tal si nos reconciliamos con aquel que piensa diferente a mí?, ¿qué tal si aceptamos que podemos ser amigos a pesar de sentir afinidad por uno u otro candidato? Sí, así como cuando nos abrazamos con un hincha del Medellín o del Nacional, así.
  • ¿Qué tal si creemos en nuestros amigos emprendedores y les ayudamos a que crezcan en sus empresas para que puedan ser líderes y generar empleos dignos? Para que también muevan y dinamicen la economía y nos ayude a desarrollarnos como sociedad.
  • ¿Qué tal si “nos ponemos” la camiseta de la empresa donde trabajemos, la demos toda para que crezca y pueda generar impacto 360?
  • ¿Qué tal si apoyamos y compramos local, al campesino; promovemos turismo local y fortalecemos nuestra economía?

En fin, sé que es una utopía, pero déjenme soñar. Nos vemos en cuatro años y, ojalá, alguna de estas propuestas o más hayan prosperado. De mi parte, pondré todo para que suceda.

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