¿Opinión? ¡Eso pa’ qué!

¿Opinión? ¡Eso pa’ qué!

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Esta es mi tercera columna para No Apto, pero no la tercera que escribo y publico en la vida. Tener la oportunidad de colaborar con este medio -sea este el momento para agradecerles- me ha hecho considerar mucho ¿por qué escribir opinión? Si trato de recordar mis primeros ejercicios como columnista, encuentro que nunca he respondido esta pregunta. Escribir esta columna es un intento de abordarla.

Escribo “trato de recordar”, porque me cuesta recuperar alguna memoria sobre mis primeros ejercicios de opinión que se publicaron en La Oreja Roja, probablemente en 2016 o 2017, años en los que iniciaba mi carrera universitaria. Tengo un vago recuerdo, de que en una de esas primeras columnas hablé sobre el referendo por el agro -o algo así-, una iniciativa de la época a la que no sé cómo me dejé meter como recolector de firmas y por la que sí recuerdo bien, con harta vergüenza, que afirmé que era más patriota firmar por la iniciativa que celebrar un gol de James. Cuánta ignorancia.

El siguiente ejercicio se dio en Bajo La Manga, un medio que pienso somos pocos quienes recordamos y cuyas publicaciones hoy son imposibles de rastrear. Escarbando en mi bandeja de correo electrónico encontré un escrito de 2016 titulado Unas por otras, enviado a dos amigos de vieja data a quienes pedía correcciones y donde manifesté mi intención de publicar en el mencionado medio; esto puede indicar que la memoria me falla tanto, que este intento pudo ser anterior al mencionado en OR. En dicha columna, hablaba de varios escándalos políticos de la época, que aparentemente consideraba que se debían contraponer de forma jocosa a la victoria que representaba hacer la paz con las FARC.

El tercer intento fue en Al Poniente y sí es rastreable; aunque allí me comprometí a publicar una vez al mes, terminé por presentar sólo tres columnas entre mediados del 2020 e inicios del 2021. Si bien estos escritos no me avergüenzan, tampoco me enorgullecen; fueron ejercicios de rabia contra Quintero que hoy veo como de calidad insuficiente. De uno de estos escritos, titulado Comiendo callados, deseo rescatar para contar algún día en este medio, dos anécdotas de la vida que me llevan a reflexiones éticas.

Volviendo a la pregunta inicial, ¿por qué publiqué yo aquellos escritos? ¿Qué me hizo pensar que eran buenas ideas? Hoy veo dos respuestas plausibles sin decantarme por alguna de ellas. Pude dejarme llevar por la soberbia de creer como estudiante universitario -¡y de ciencia política para acabar de ajustar!- que lo que tenía para decir merecía ser leído; o posiblemente, tuve una creencia sincera de que tenía las capacidades para ofrecer un contenido de calidad que aportara a algún lector. La respuesta debe encontrarse en una combinación de ambas cosas, pero en distinta medida para cada escrito.

Estos ejercicios se caracterizaron por un factor común: mi inconstancia. Tuve mil razones, o más bien, mil excusas, para dejar de escribir en esos medios donde me abrieron en su momento una puerta. Sin embargo, no dejé la escritura del todo, tengo en mi computador, en el bloc de notas del celular y en algunos cuadernos, infinidad de documentos con pares de párrafos, títulos sin desarrollo, listas de ideas, recopilaciones de datos y hasta intentos de poemas y cuentos. Esa misma inconstancia que me llevó a tirar la toalla varias veces y me ha tenido por años acumulando medias ideas, me ha traído a No Apto.

Hoy tengo respuestas que posiblemente no tuve en esos momentos, ciertamente conozco más de mí, más del mundo, tengo menos prejuicios y un menor interés por figurar de alguna manera en el feed de amigos y de algún desconocido. Pero, sobre todo, tengo un profundo interés por retarme, razón por la cual acepté el compromiso de escribir aquí cada semana, esta siendo la tercera. Aquí traeré esas ideas incompletas para llenarlas de contenido; si aspiro a superar mi inconstancia, tendré que hablar no sólo de política como en mis primeros intentos, sino de cualquier cosa que me interese como la economía, los libros que leo, la música que escucho, los pensamientos que me abordan cuando voy en el bus, las cosas que me inspiran o me indignan y de cualquier vaina que me impulse a cumplir el propósito que he encontrado en escribir columnas de opinión: superarme a mí mismo.

Entonces, me daré por bien servido si me cumplo por un plazo a hoy indefinido; si además logro que estas ideas resuenen en la mente de alguien más, inspirando una conversación, una crítica, una respuesta o cualquier comentario, habré excedido con creces mi propósito.

Otros escritos por este autor: https://noapto.co/pablo-estrada/

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