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Nuestro consumo como fuerza política

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Nuestro consumo es nuestra mayor fuerza política, social e individual; con nuestras decisiones estamos constantemente aceptando o rechazando el mundo que estamos construyendo, o destruyendo.

Los productos y servicios en el mercado responden, en mayor medida, a intereses económicos egoístas y mezquinos que suelen aprovecharse de otros para conseguir lo que quieren. Incluso los gobiernos suelen ser medios y canales para permitir que eso se mantenga.

Sobretodo se mantienen por la aceptación silenciosa que hacemos como consumidores, pues con esas pequeñas acciones aprobamos todo lo que está detrás y todo lo que implica que ese tipo de productos estén al frente nuestro.

Esto tiene grandes repercusiones sin que nos demos cuenta; el mundo está gobernado por esos intereses y, a menos que como consumidores comencemos a tomar conciencia y exigir que las cosas cambien, es muy difícil que dichos intereses no triunfen. Evitemos a toda costa dejarnos llevar por la corriente facilista que no la hace bien a nadie.

Creo que primero es importante vernos como personas conscientes y racionales, no como consumidores; no somos los simples receptores de mercancías e información. Por más evidente que suene eso, en la realidad no lo es tanto, pues la mayoría de nuestras decisiones vienen mediadas por unos pocos intereses externos.

Así entendemos que un consumo consciente nace a partir de sentirse parte de algo más grande que uno mismo, porque es capaz de ver en cada compra todo lo que hay detrás y lo que trae consigo, no solamente el placer inmediato que genera o el beneficio que tiene para mí como individuo.

En ese sentido, es fácil hacerse el inocente para no tomar la responsabilidad que implica tomar otro tipo de decisiones, pues, además, se siente como una amenaza a la libertad, pero, ¿qué libertad es esa que le da la espalda a los otros y al mundo?

Hacerse más consciente y responsable de cualquier cosa supone un peso adicional que no todos quieren cargar. A la hora de comprar no es diferente. Las decisiones se complejizan y no todo es tan simple como coger lo más barato o lo primero que aparece en el feed de Instagram.

Al romper esa cadena impuesta desde fuera, logramos darle voz a nuestra propia voz. Pero, lo más lindo, es que le da voz a los que no la tienen, o a los que se las mantienen apagada.

Entonces, ¿qué es el consumo consciente? ¿Cómo se aplica? Pues, básicamente consiste en preguntarse algunas cosas sobre todo lo que compramos y tomar decisiones informadas: ¿de dónde viene? ¿cuáles son sus ingredientes o materiales?

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-perez/

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