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Las noticias son aterradoras. Solo un paneo de las últimas semanas es suficiente para que la angustia nos supere. En la mayoría, los determinadores, los violadores, los victimarios, los abusadores, los homicidas, los extorsionistas, los ladrones, explotadores sexuales… son hombres.
Advierto: Tengo la certeza de que hay hombres bondadosos, amables; sé que el mundo funciona porque hombres y mujeres están haciendo obras cotidianas, pequeñas, sin reflector, que sostienen la vida.
Pero… hay que seguir poniendo la lupa en aquellos que, sin importar el estrato, la educación, el rol social, imponen su fuerza para acabar con las mujeres. El crimen es el resultado. Pero, a ese hecho lo anteceden actos violentos que, muchas veces, no son considerados. Dónde y cómo “aprenden” que su vos, que sus gritos, que sus manipulaciones, que sus golpes son la base de sus relaciones con las mujeres.
Que el patriarcado también los afecta a ellos: de acuerdo. Que buena parte de los abusadores fueron abusados (por otros hombres); que no pueden expresar sus emociones; que se les exige mucho; que se suicidan más. Todo es terrible. Pero, la presión que sienten no se compara con la violencia que ejercen.
Ah, que no se puede generalizar. Que no todos son así. De nuevo: de acuerdo. Pero ¿dónde están los demás? Por qué no se pronuncian; por qué no denuncian a otros. Por qué se cobijan con silencio cómplice. Por qué se justifican. Por qué se imponen.
No todos. No todos. Pero, lo que para ellos es una anécdota, para las mujeres es terror, es muerte. Claro que todos los seres humanos sufrimos; pero, sí o sí, debemos romper la cadena de la violencia heredada y reproducida por los hombres.
Para salir de esto nos necesitamos a unos y a otras. Desde los mínimos actos como no celebrar el mal chiste machista; no callar ante el comentario inapropiado; no dejar pasar actos violentos. Hasta la denuncia pública, la indagación por las causas del machismo estructural para comprender cómo proponer otras maneras de relacionarnos con entre humanos, con la naturaleza, con la vida.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/maria-antonia-rincon/