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La hostilidad es el clima de nuestra época. La concepción individualista de la existencia humana, y la desconfianza en los otros que esta presupone, solo puede prosperar en una sociedad de enemigos. Quienes defienden una visión del mundo en la que debe primar la competencia sobre la cooperación y en la que el valor de lo colectivo debe ceder ante la voracidad de la acumulación privada necesitan que el mundo sea hostil.
Sobre todo necesitan que creamos que el mundo es hostil y que no hay nada que podamos hacer para cambiarlo. Que imaginar formas más cordiales de vivir juntos es una pérdida de tiempo y que lo mejor es adaptarse para sacar el mejor partido de las cosas como están. Esforzarse para escalar y no mirar nunca hacia abajo. Convencerse de que cada uno se merece la forma de vida que tiene y hacer del logro individual la única causa que es legítimo perseguir.
Por fortuna no todos estamos dispuestos a creer y los incrédulos nos encontramos. La última vez que vi a muchos reunidos fue hace una semana en el Jardín Botánico. Estábamos ahí convocados por un proyecto en el que sí creemos: la cooperativa Confiar. Cada año Confiar hace una gran fiesta para celebrar el poder de la solidaridad y la confianza, el fundamento de cualquier proyecto cooperativo. El Bazar de la Confianza es la manifestación de los valores que orientan el trabajo de la plataforma solidaria de Confiar durante todo el año y es un recordatorio para los asociados y afiliados: es posible vivir mejor, hay otras maneras de organizarnos. No todo está perdido.
Viví el Bazar como una reconciliación con una ciudad que se empeña en desencantarme, como una confirmación de la buena fortuna que me acompaña en forma de grandes amigas y amores y como una dosis de fuerza para nunca renunciar al deseo de construir una sociedad más justa en donde todas podamos vivir mejor.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/valeria-mira/