No puedo, tengo que cuidar a mi hija

No puedo, tengo que cuidar a mi hija

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Cuando las mujeres nos metemos (sí, nos metemos, medio a las malas) en mundos que tradicionalmente han sido masculinos, todos esperan que nos comportemos como en ese mundo se han comportado todos siempre.

Con lo anterior, quiero decir que si es un mundo en el que se habla duro, un tono de voz más dulce pasa desapercibido y el mensaje no llega; si es un espacio en el que el trato es brusco, una persona, hasta un mismo hombre, que no se comporte así, crea resistencia e incomodidad entre los demás miembros del grupo; y si es un entorno en el que hay que tener una disponibilidad de tiempo absoluta, no se entiende cuando, las mujeres especialmente, tenemos otra agenda y horarios que cumplir relacionados con el cuidado del hogar y de los hijos.

La política es uno de esos entornos.

¿Por qué hay tan poquitas mujeres en política? Se preguntan muchos, y la respuesta tiene tanto de largo como de ancho. Pasa por temas de acceso a la educación, independencia financiera, capacidad de agencia, entre otras. Sin embargo, mi interés aquí es hablar del tiempo, de cómo puede o le toca a una mujer con hijos conciliar los tiempos entre el cuidado de estos y los escenarios de participación política.

-Hay reunión el jueves a las 4:30 pm, es presencial

-No puedo, tengo que recibir a mi hija del colegio.

-Tienes que participar en un foro el viernes a las 7:00 pm

-No puedo, tengo que cuidar a mi hija.

-Hay reunión el sábado a las 8:00 am

-No puedo, tengo que cuidar a mi hija.

Esta soy yo, dando esa misma respuesta todo el tiempo, sintiéndome mal por no tener la disponibilidad que otros esperarían que tuviera, a veces hasta confrontando mi propia decisión de maternar, recibiendo miradas que juzgan mi supuesta falta de compromiso con la causa. Pero tengo una hija y eso no lo puedo cambiar. Y me gusta participar en política, y eso no lo puedo cambiar.

Y en esos mismos escenarios veo también cómo otras mujeres se aminoran cuando se impone un horario que entra en conflicto con sus responsabilidades de madre, y temen decir algo, temen decir que no, y solo se llenan de valor cuando otra de nosotras dice primero “no puedo, tengo un hijo”.

Que busque una niñera, me han dicho ya en reiteradas ocasiones. Yo respiro profundo y simplemente intento empatizar con la persona que, o es hombre, o no es madre. ¿Una niñera es la solución para que las mujeres participemos en política? ¿Y quién paga la niñera? ¿Delego entonces completamente en una tercera persona el rol de madre que me corresponde y que, además, elegí?

Para los que son ajenos a este mundo, por hacer política, a la mayoría, no nos pagan. Por lo menos los que la hacemos de manera honesta y decente la hacemos por mero amor a la causa, de manera voluntaria, sin recibir un solo peso a cambio. Pero, además de esto, entonces resulta que tenemos que contratar niñeras. Una carga más.

No, no estoy dispuesta a sacrificar mi amor por lo público y por la política por mi decisión de maternar. Y no, no estoy dispuesta a renunciar a la crianza de mi hija y a compartir tiempo con ella, por mi decisión de participar activamente en política.

Así que, si esa actividad riñe con mis obligaciones de madre, mi hija siempre va a prevalecer, y lo que espero de mi entorno es empatía, comprensión y flexibilidad, y si no riñe, sino que es tiempo que además puedo compartir con ella, prepárense para verla en muchos espacios, que ella crezca viendo que las mujeres podemos participar activamente en política, que ella vea que su mamá trabaja en lo que la apasiona, que ella conciba el mundo como un espacio que también es para nosotras.

Nota: es pertinente hablar en otro espacio de cuando el que dice “no puedo, tengo que cuidar a mi hija” es un hombre. Que la respuesta tampoco es empática.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/manuela-restrepo/

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