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El 23 de octubre el sindicato de maestros, Fecode, salio una vez más a paro, dejando a miles de estudiantes colombianos sin clase. Quizás de las pocas cosas buenas que iba a tener el gobierno de Petro, apoyado activamente por ellos, iba a ser que no dejaran de trabajar por salir a protestar, pero aún así se las ingenian para parar. Esta vez el motivo fue marchar rechazando el “golpe de Estado” contra Petro, un golpe sui generis, pues es el primer caso de la historia de la humanidad en que la víctima sigue gobernando.

Incluso es una protesta con tintes masoquistas, pues el gobierno decidió implementar el piloto de su reforma a la salud en el régimen especial que tienen los maestros y ya se ven los nefastos resultados: el desabastecimiento generalizado de medicamentos. Irónico, dosis de su propia medicina estatista. 

No es la primera protesta del año, el sindicato fue bastante activo marchando y parando contra un proyecto de ley que pretendía evaluarlos por sus resultados, algo a lo que sin duda deben tenerle pánico, pues son vergonzosos. Su defensa además es patética, ya que argumentan que a ellos si los evalúan pero en sus conocimientos, no en su desempeño; como si el propósito de su trabajo fuese que ellos aprendan, y no sus estudiantes.

Todo ha mejorado en las últimas décadas en el país, excepto los resultados educativos ¿Cuál es entonces la variable que falta? Los profesores rápidamente ponen ejemplos y excusas que aluden a colegios rurales de zonas apartadas, pero la realidad es que la inmensa mayoría de estudiantes recibe clases en las ciudades, por ejemplo los colegios públicos de Medellín y Bogotá han pasado por mejorías notables en su infraestructura y tienen buenos planes de alimentación escolar, aún así, el aprendizaje está prácticamente estancado ¿Por qué?

Es hora de que Colombia intente otra solución, subsidiar la demanda y no la oferta; es decir, entregarle a cada familia el dinero que actualmente invierte por estudiante en un colegio público, y que sean los padres quienes decidan si, con esa cantidad, matriculan a sus hijos en una institución pública o privada; fomentando así la competencia y mejora entre colegios para recibir más recursos.

Seguramente ante una propuesta de ese estilo, Fecode saldrá a paro todos los días, pues ellos saben que si los padres tuviesen la libertad, jamás eligirían que a sus hijos los educaran esos profesores. Pero si queremos que Colombia avance no les podemos tener miedo, es menester acabar con su monopolio educativo.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/jose-valencia/

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