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Hay que oírlo. «Desde mi ignorancia», dice. Y luego pregunta «¿Quién va a la COP16? ¿Hay gente de Australia que coge un avión y viene a Colombia por la COP 16?». Y luego se despacha: «Ah, es un encuentro de burócratas», se aclara a sí mismo. «Esto qué le va a dejar al país», quiere saber.
Compara: «Es mejor hacer una final de la Champions League». Se le ocurren novedosas ideas: «Inviten a Elon Musk y hacen 1.500 cosas». Afila su criterio periodístico: «En plenas elecciones de Estados Unidos, COP16 va a abrir el noticiero de CNN Internacional, el noticiero del mediodía? ¿El de BBC, con Gaza?». Pide otras opiniones: «Don Juan, usted ha sido director de noticieros. Dígame, ¿en qué noticiero va a haber un registro de la COP16? Dígame qué nota es ¿La cuarta, la quinta, la segunda, la primera? Sincerémonos».
Sincerémonos, dice. Pero Luis Carlos Vélez no es sincero. Luis Carlos Vélez miente y sabe que lo hace.
Las redes, que son ahora el eco permanente de lo que dijimos hace tiempo, sirven también de bumerán que nos golpea en su regreso, porque hubo quienes fueron a mirar el pasado y se encontraron que Luis Carlos Vélez, flamante director de La FM, no solo sí sabía de qué estaban hablando, sino que también había viajado él mismo a cubrir lo que ahora desdeña y menosprecia: una reunión de lagartos adonde van el ministro de ambiente de Perú y el de Burkina Faso.
Él tomó un avión desde Colombia y fue hasta Glasgow, Escocia, para contarnos que «Necesitamos proteger nuestro planeta. Es lo único que tenemos». Iba acompañando al entonces presidente Iván Duque. La reunión que estaba bien hacer allá, acá es derroche.
Desde mi ignorancia, dijo. Pero no es ignorancia, es agenda.
Luis Carlos Vélez sabe a qué juega y por qué hace lo que lo hace. Montó esa opereta y los curtidos periodistas y políticos que lo acompañan en la mesa de su informativo (uno de ellos un exministro de Medioambiente) fueron cómplices o idiotas útiles que le sirvieron en su acto desinformador.
«Es tal el arte del relato que nada es inocente», escribe Éric Vuillard en El orden del día. No es inofensivo el juego de roles que propone, no es inocua su carcajada ensayada, fingida, con la que desprecia el trabajo y el criterio de los medios regionales. Sabe, a fin de cuentas, a quiénes representa y cuáles son los intereses que defiende. Es malévolo su sarcasmo: «¿Viene Greta Thunberg? Estoy completamente equivocado, retiro mis palabras. El gran evento que transformará la economía del Valle del Cauca», dice casi al final de su performance.
Editorializó luego, en un intento de desmarcarse de sí mismo, para decir luego que no dijo lo que dijo: «¿Es lo que necesitan los caleños o las familias y trabajadores de la ciudad y la región?, ¿arreglará sus problemas diarios o significará un beneficio en sus vidas?». Un día antes pensaba que era mejor traer a Cali al libertario dueño Twitter pagándole el pasaje.
Porque no es solo él. Hay otros que, desde sus micrófonos y altoparlantes, abuchean hoy lo que ayer aplaudían, que repudian hoy lo que ayer celebraban.
¿Y el periodismo? Que ocupe el poco espacio que le dejen, detrás del sesgo, las fobias y las mentiras.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/mario-duque/