Necesidad de silencio

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Estuvimos un par de días en Santafé de Antioquia. Este municipio cuenta la historia del Departamento; es monumento nacional por su arquitectura colonial y goza de clima cálido relativamente estable durante todo el año. Los habitantes de Santafé han hecho de este un municipio en el que se mezclan, de manera muy eficiente, historia, arte, agricultura, gastronomía y turismo.

Allí también se destaca la labor tradicional de orfebres que hacen de la filigrana, el delicado trabajo con hilos de plata y oro, otro sello característico de la economía del municipio. Los joyeros están agremiados, con precios regulados y compiten en servicio y diseño.

En medio de las bondades del municipio, hay dos características que sobresalen. La primera es la capacidad de organización de sus habitantes y de las administraciones. Supongo que, como en todas partes, no faltarán problemas; sin embargo, es notorio que el municipio tiene dinámicas que conjugan la tradición y la apertura. Saben qué deben preservar y cómo proyectarlo.

La segunda característica es más especial. Puede pasar desapercibida y ahí radica su fuerza. Este municipio, lleno de turistas, aún otorga lugares de silencio. Se puede caminar por sus calles sin la abrumadora confusión auditiva de otros lugares. Allí, los parlantes de los negocios aún invitan a entrar y no compiten por cuál suena más duro. Saben que disfrutar de la música no es asunto de volumen descomunal.

En Santafé aún se puede conversar en la mesa de un restaurante. No hay ruido; la vida sonora se manifiesta con delicadeza. Si hay músicos en el lugar, se respeta tanto al artista como al público. En el hotel, los espacios comunes, ofrecieron alegría y calma, sin necesidad de bulla y algarabía.

Es muy particular que en nuestra contemporaneidad se nos haga extraño el silencio. Parece que, cada vez más, el silencio es un lujo. Tal vez, estaremos viviendo muy pronto experiencias turísticas donde lo que se ofrezca ya no sea el cálido clima, la infraestructura, la comida sino, sencillamente, dosis de silencio.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/maria-antonia-rincon/

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