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Mañana 7 de agosto se cumplen 2 años de la posesión de Gustavo Petro en la presidencia de Colombia. Para esto, quiero retomar la columna de Alvaro Forero Tascón en El Espectador, Hora de cambiar la estrategia contra Petro, publicada a finales de abril de este año.

En primer lugar, Petro sigue siendo el dueño de las banderas del “cambio”. No fue el único candidato que las enarboló, pero logró ganarlas con su triunfo en la presidencia, y aunque ha hecho muy poco por un verdadero cambio, sigue adueñado de ellas. “Entender la estrategia del adversario y reconocer su éxito no es entregarse”, dice Forero.

Muchas personas, de centro y de derecha, que se dicen demócratas, no son capaces de reconocer nada positivo a este gobierno. Nada. Hacen una oposición ciega, todo lo qué haga Petro es malo, y todo lo qué afecte a Petro, sin importarle qué es ni de dónde viene, es bueno, lo cual contribuye al ambiente de polarización que vive el país. Ahora bien, otras personas críticas de este gobierno, sí son capaces de reconocer avances, cambios menores, si se quiere, que no se compadecen con todo lo que Petro prometió en campaña (el tiempo nos ha demostrado que eran promesas, no propuestas), pero cambios al fin y al cabo.

Una de esas personas es Sergio Fajardo. Hace poco le preguntaron en un space de X: “¿qué le reconoce positivo a Petro?”, y él reconocía, palabras más, palabras menos, que este gobierno ha sido capaz de hacer visibles a muchas personas que antes eran invisibles, para el establecimiento colombiano, para sus élites, y para una gran cantidad de personas de ingresos altos y medios. Me refiero a los “nadies” de los que habla Francia Marquez. Eso, creo yo, es importante para uno de los países más desiguales del mundo, que históricamente ha excluido a muchas capas de la población: negros, indígenas, mujeres, pobres, desaplazados, adultos mayores, personas LGTBIQ+, entre otros. Los vemos liderando ministerios, trabajando en agencias del estado, siendo beneficiarios de programas gubernamentales, accediendo a subsidios, etc. Y eso, claro, no le gusta a muchas personas, porque creen que los subsidios son malos per sé, que hay personas sin “méritos” en los ministerios (como si los únicos méritos en política fueran la formación académica y la experiencia profesional), o porque creen que al haber llegado con este gobierno, muchas de esas personas “llegaron a robar”, y aunque muchos sí lo han hecho, me atrevo a decir que la mayoría de personas que llegaron a ocupar cargos públicos con Petro no pensaron que iban a “llegar a robar”.

Entonces, coincido con Forero, todos los días trato de entender las estrategias de este gobierno y en las líneas anteriores traté de reconocer parte de su éxito, y por eso no me estoy entregando. Por el contrario, sigo reconociendo a Petro como un adversario, porque ideológica y políticamente, estoy muy lejos de él. Ahora bien, como adversario no lo veo desde el otro extremo, desde la derecha que hace una oposición ciega. No, yo a Petro lo veo desde el centro, es decir, desde un punto de vista más moderado.

Y aquí aprovecho para retomar también la columna de Piedad Bonnett esta semana: ¿La moderación como tendencia?: “Una y otra vez me asombra la gente que, apertrechada en sus creencias, no se mueve ni duda de ellas. Su postura es esencialista (…) En eso consiste el fanatismo: en una rigidez que impide el ejercicio de la conciencia crítica, esa gran conquista de la modernidad. En una entrevista reciente, Javier Cercas dice: ‘El extremismo –y el fanatismo lo es– se interpreta hoy como sinónimo de carácter. Tan extendida y furibunda es esta creencia, que todo lo que implique grises es considerado tibieza, pusilanimidad, yo qué sé. La moderación es una virtud que está hoy en completo desprestigio”.

Para terminar empleo una metáfora. Veo estos dos años del gobierno Petro, como quien sube una cumbre, y si bien sabe que no alcanzó la cima, sí sabe que ya es hora de empezar a descender para poder llegar a tiempo y entregarle el testigo a quien debe continuar. Tiene dos opciones, seguir intentando subir y alcanzar la meta, pero el ritmo de los dos primeros años subiendo la cuesta evidencian que sería imposible, o comienza a descender para llegar a tiempo y recibir el relevo de otro alpinista. Yo espero que el presidente entienda que es hora de empezar a descender y no se empecine en seguir subiendo la cuesta. Es por eso que, creo, con moderación, debemos ser capaces de reconocer hasta donde llegó Petro, aunque no sea hasta donde él y los ciudadanos esperábamos, y ayudarle a bajar la montaña, antes que seguir gritándole y tirándole piedras para que se caiga. Creo que al país y a Petro le iría mejor en estos dos años, si le ayudamos a bajar y a entregar el poder a tiempo, que si lo atacamos todo el tiempo y le damos a entender que es mejor que se quede por allá y decida no bajar a entregar la presidencia.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-felipe-suescun/

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