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Mi mejor versión existe, y es aquella que no está buscando mejorarse, superarse, sanar, crecer. Sí, mi mejor versión es aquella que no se siente cuestionada constantemente por si misma, y que ocupa su energía más en lo que existe en el presente que en lo que añora obtener en el futuro. Me atrevería a decir, que lo mismo aplica para la mayoría de nosotros.
Con esto no busco dar a entender que como especie no debamos de contemplar nuestra superación, tanto física como psicológica, como algo aspiracional; más bien quiero poner en la mesa lo mucho que me trastorna que al parecer todos estamos sanando todo, todos los días, todos los años. El wellness ha sido una herramienta que, como nuevas generaciones, ha aumentado considerablemente nuestra calidad de vida, pero también, como todo lo existente, ha sido un componente altamente enganchador, adictivo y fácil de distorsionar.
¿Es el healing journey o “camino de sanación” algo que debería durar toda nuestra vida? Porque aunque existen traumas que tardan años en ser sanados, me genera intriga lo muchas que son las personas que escucho involucradas en procesos que parecen nunca terminar. ¿Realmente alguna vez terminamos de recuperarnos de nuestras heridas? Porque cada vez encontramos más reproches contra nuestro presente, donde el afán de superación nos impide reconocer a la persona que tenemos en frente del espejo, que somos nosotros mismos.
¿Estará mal aspirar a, por primera vez, no querer cambiar de versión?, ¿a dejarnos quietos por un tiempo, sin modificaciones o peros. Nada de golpes de pecho o estrategias de glow up, nada de cambiar lo que existe así en el fondo sepamos que todo a nuestro alrededor nos exige lo contrario. Me gustaría sentir que mi mejor versión es esa, la que, aunque sabe que siempre puede mejorar, de a ratos solo se quiere disfrutar. Presente, aquí, como está.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/mariana-mora/