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Estamos con el estado de ánimo bajito, algo desmoralizados, un tanto apabullados. Es claro que la alcaldía actual tiene mucho que ver con esto, pues es un grupo de individuos que hicieron de lo público un negocio privado, que vinieron a romper la confianza entre los ciudadanos, que maltratan a todos los que pensamos diferente, y que gobiernan con odio y con mentiras. Pero, es claro también, que el poder no está en ellos, sino en cada uno de los habitantes de esta tierra que nos hace palpitar el corazón. Por eso no podemos darles tanto poder de destrucción y debemos hacer frente para cuidar a nuestra ciudad.
Hemos pasado por momentos difíciles pero siempre nos hemos levantado. Medellín ha estado atravesada por la violencia y la pobreza, pero nuestro espíritu fuerte ha enfrentado los problemas con inteligencia y solidaridad. No somos perfectos y el camino por recorrer nos sigue mostrando muchos retos, sin embargo, hemos sido ejemplo nacional de voluntad y sentido de pertenencia.
Cuando la realidad nos mostraba escenarios terribles, fue nuestra imaginación colectiva, fortalecida por la ética de la responsabilidad y la defensa de la libertad llevada a cabo por muchos de nuestros líderes, la guía de otras posibilidades, de un panorama más alentador, de una luz de esperanza.
Enfrentamos a la muerte y al terror con vida y confianza. Hicimos muchos sacrificios para luchar por una ciudad que no nos diera miedo, que nos permitiera habitarla, de la que pudiéramos hablar con orgullo en cada rincón del mundo sin tener que agachar la cabeza; una ciudad que se volviera referente de transformación. Todo eso lo fuimos logrando juntos.
Combatimos el miedo con valentía y supimos que éramos más grandes que lo que nos mostraba ese presente nefasto. Nunca dudamos de nuestras capacidades, de nuestra inteligencia, y no dejamos que nadie nos dijera que no era posible otra Medellín, una que fuera el reflejo de lo que verdaderamente somos: personas que se levantan cada día a dar lo mejor de sí por su familia, por sus hijos, por sus amigos, por su ciudad.
Hoy vivimos un momento importante en el que no podemos ser pasivos. Medellín enfrenta una crisis de valores que pretende devolvernos a una ética y una estética parecidas a las de los años noventa, en las que el individualismo; la violencia y el odio en la disputa por el poder; la espalda a los problemas de corrupción; y la colaboración solapada de algunos miembros del poder político y económico de la época, nos metieron en una crisis de la que fue difícil salir.
Será nuestra consciencia la que nos haga capaces de no retroceder, de comprender que no depende de nadie más, sino de nosotros, de cada uno de nosotros, que nuestra ciudad sea un lugar en el que la confianza venza al miedo, donde resolvamos nuestras diferencias de manera pacífica, promovamos la defensa de la vida como principio innegociable, y podamos mirarnos a los ojos para caminar juntos en un propósito colectivo que nos vincule a todos, por diferentes que seamos, en la idea de construir una Medellín unida.
Vamos Medellín, levantemos la cabeza y demostremos, una vez más, de qué estamos hechos.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/daniel-yepes-naranjo/