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Lamentablemente el Concejo, en unanimidad, le aprobó a Quintero casi 700.000 millones de pesos en vigencias futuras. Un escenario perfecto para la narrativa del Alcalde, pues se desvía el foco de por qué se cae a pedazos una ciudad con un presupuesto de 6.5 billones de pesos anuales, le da sustento a su falsa historia que dice que en Medellín no se había invertido nada en los últimos 20 años y por lo tanto este es un esfuerzo adicional que él, nuestro salvador, tiene que hacer. Y además, esta nefasta decisión le da aire económico y político a un año de las elecciones. Le ganó Quintero magistralmente el pulso a los concejales opositores, a quienes les quedó demasiado grande el rival.
Eso sí, la historia del Alcalde tiene grietas, y es que aunque el discurso lo domina muy bien, ya con casi 3 años de gobierno encima la ciudadanía espera ver resultados más allá de la retórica, y ahí es nefasto, no tiene nada por mostrar, hecho especialmente notorio en una ciudad acostumbrada a gobernantes eficientes en términos de obras.
La encuesta de percepción ciudadana que hace Medellín Cómo Vamos nos da buenas pistas. La ciudadanía desconfía de la Alcaldía, cree que invierte mal los recursos y que la corrupción crece. Al mismo tiempo, percibe que se deteriora su calidad de vida, que la pobreza y el hambre se disparan, que es difícil encontrar trabajo y mucho más emprender, que el tráfico hace que se demoren cada vez más en llegar a casa.
Para darle respuesta a esto hay que seguirle haciendo oposición a Quintero, incluso a Petro, que será su gran aliado en las próximas elecciones, pero sobre todo hay que hablar de un futuro para Medellín que resuelva estos problemas, un discurso directo a las necesidades de la gente, y claro, que esto lo encarne una persona con capacidad y experiencia gerencial para hacer las soluciones realidad.
Es la oportunidad para una nueva derecha, con un fuerte énfasis en las libertades económicas pero que no discrimine a nadie por su origen, orientación o color de piel, pues también eso hace parte del paquete de ser libres. Que trabaje con los mejores y no con diminutas roscas, pero que defienda sin pena la importancia de la empresa privada, y que entienda que un líder de Medellín debe tener además una visión de Antioquia.