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Se vienen las elecciones locales y Medellín debe enfrentarlas con la altura necesaria de un momento decisivo; la próxima no será una elección cualquiera. Aunque digamos eso cada que debemos salir a votar, esta vez la ciudadanía tiene un reto enorme para darle rumbo a la ciudad y para cerrarle la puerta a la posibilidad de que un grupo corrupto repita en el gobierno.

Siento que Medellín está ansiosa, como hace rato no estaba. En el presente está desconcentrada, dando tumbos sobre sus prioridades y propósitos, y hacia futuro con la intención de resolver todo de una buena vez, de manera acelerada. Esa desconcentración en el presente y esa aceleración hacia el futuro hacen que crea que el terreno seguro estaba en el pasado, lo que no sólo no es cierto, sino que parte de lo que vive actualmente viene precisamente de asuntos no resueltos, o resueltos a medias, de años anteriores.

Le pasó factura creerse un producto terminado y dejar las conversaciones incómodas debajo del tapete. La ciudadanía evolucionó mil veces más rápido que sus instituciones gubernamentales, sus medios de comunicación y sus liderazgos pétreos. Las tensiones de una urbe conocida alrededor del mundo por su resiliencia, llegadas por la eliminación de las fronteras a manos de la era digital, la migración constante y el establecimiento de una cara interesante para el emprendimiento, se la fueron tragando por su desidia para comprender que había dejado de ser un parroquia para convertirse en ciudad y luego en metrópoli.

La ansiedad que vive actualmente no la deja pensar de forma sosegada. Parece una ciudad twitter, en la que todo el mundo habla de todo y de nada, grita, se insulta, viraliza a su propia tribu y, al final, nada pasa. Está remando en cientos de caminos diferentes haciendo que el caudal no tenga sentido o la revuelque en remolinos que la ponen a girar en círculos interminables.

No, el problema no es que repita Quintero, o la solución es que gane Fico. El asunto principal es que en esa marea de confusión está creyendo que es un apellido el que la salvará o la hundirá por completo, y no la incapacidad de sentarse, respirar profundo, enfocarse y actuar.

¿Están los empresarios de la ciudad tendiendo puentes entre ellos para generar más riqueza o siguen algunos hablando mal de los otros a sus espaldas pero sonriendo y abrazándose de manera hipócrita en los clubes? ¿Quieren los políticos verdaderamente luchar por la unidad o van a seguir dividiendo a toda la ciudadanía en espectros pendejos (izquierda, centro y derecha) que no sirven para nada? ¿Van (vamos, me pregunto como director de No Apto) a seguir los medios sirviendo de caja de resonancia a intereses políticos y económicos o pondrán sobre la mesa las preguntas más ácidas para empezar de una vez por todas a buscar la verdad de lo que pasa realmente en la ciudad? ¿Seguirán los líderes sociales presos del contrato con la Alcaldía o empezarán por fin a luchar por los intereses de las comunidades que dicen representar?

Votemos por el que queramos en octubre, para eso es la democracia, pero dejemos de descargar la responsabilidad de todo en una sola persona, ni para bien ni para mal, y tomemos entre todos las riendas de una ciudad que se dirige gracias a la inteligencia y el amor de tantos ciudadanos que luchan para que sea, cada día, un mejor lugar para vivir. Respiremos y enfoquémonos.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/daniel-yepes-naranjo/

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