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Tal será la afiliación a la imagen que se crean de sí… o quizás es ese apego al ufano y efímero “poder”.

A veces puede ser ese afán de control que generó al llegar a la posición que está en clímax, a ese punto de inflexión profesional. Podría decir que ni siquiera fue la idea de ostentar tal cargo. Ulises diría que fue el viaje y no el destino final.

Divagando sin mayor profundidad y probablemente simplemente imaginando, podría pensarse que llegaron allá gracias a los medios, recursos e incluso, gracias a la entretención, el morbo y el divertimento que encontraron para llegar a ocupar la posición –de Presidente de la República– lo que los lleva a seguir actuando como lo hacen más adelante.

Y es que, a diferencia de otros países, “los ex”-presidentes en Colombia parecen tomarse más atribuciones de las necesarias. No puede listarse ninguno de los que actualmente vive y camina por sus propios medios, que no haya osado opinar, irrumpir, buscar interferir o detener iniciativas del gobierno nacional en curso. Tampoco caben en la lista los que hayan apoyado o enaltecido alguna acción del gobierno en curso. Y está claro que cada gobierno necesita su sana oposición. Incluso y por demás, el actual gobierno.

Sin embargo, todos y cada uno de “los ex” según su estilo e ideología, siguen buscando la participación y la influencia que en algún momento tuvieron. Parece una añoranza por ese séquito que funcionaron en algún momento como maquinaria bien aceitada en oficinas públicas, congreso, senado y demás dando trámite a diferentes iniciativas… personas que se movían sincrónicamente probablemente en contra de su voluntad pero en búsqueda de un mismo fin, obnubilados, enceguecidos o ensordecidos por el mismo fin… lograr una mejor posición perdiendo de vista la función real de los cargos públicos: el servicio, servir.

Todo lo anterior, sin saber que después del 7 de agosto que dio fin a su mandato, terminaron siendo no animales indultados para ponerlo en ese lenguaje violento de la tauromaquia. Sino bueyes sin fin reproductivo.

Puede ser eso. Ver diezmada esa inercia de capacidad de ejecución en algunos casos, y en otros –los más frecuentes diría yo– simplemente ver una ilusión de capacidad de ejecución disolverse en personas que ya no ven utilidad en seguir las instrucciones de quien ya no tiene valor político.

Otra hipótesis y muy válida puede ser, que el poder entendido en ese hemisferio masculino que ha gobernado históricamente este país, no se atreve a dar pasos al costado buscando otros ideales como buena lección dio Jacinda Ardern, la sobresaliente y osada Primera Ministra de Nueva Zelanda diciendo: “Soy humana, los políticos somos humanos. Lo damos todo, todo el tiempo que podemos. Y entonces llega la hora. Para mí, ha llegado la hora.”

Encontró su punto de saturación para preferir hacerse a un lado, dedicarse a su familia y su vida personal sabiendo que alguien más podría hacerse cargo.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-manuel-alzate/

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