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Para escuchar leyendo: Zanguango, Leo Masliah.

Leí varias veces la resolución de la Dimayor tratando de entender el piso jurídico y hasta ético de su decisión. No me malentiendan, hoy no escribo como hincha del Atlético Nacional, lo hago como hincha del fútbol, como ciudadano frustrado por la incapacidad de las entidades con algún nivel de poder de este País.

No he logrado entender la decisión de la Dimayor. Premiando a los violentos que a todas luces iniciaron los desmanes, abren una puerta nefasta para los criminales que se disfrazan de hinchas en todos los equipos profesionales. Justo en la misma liga donde se ha vuelto paisaje que en los partidos del Deportivo Cali y el Junior invadan la cancha y agredan a los que encuentran a su paso, la entidad que debería generar orden le entrega el triunfo por escrito al equipo cuyos acompañantes agredieron a familias enteras que disfrutaban de una noche de fútbol.

La Dimayor le acaba de entregar en bandeja de plata la salvación ante el fantasma del descenso a las barras del Cali, por ejemplo. La Dimayor se ha vuelto a reír en la cara de todos los que alguna vez pagamos la carnetización, por ejemplo. La Dimayor, obnubilada por el fanatismo de su presidente por Millonarios, ha vuelto a manchar una liga que cada fecha levanta sospechas y vergüenzas por las apuestas, los malos rendimientos, la violencia desmesurada y la pésima calidad del producto -incluido el juego, los estadios, la producción televisiva y el trato al hincha-.

La sanción tiene que existir para Nacional, por supuesto, porque la violencia se respondió esa noche con violencia y porque las entidades encargadas de la seguridad en el Atanasio fracasaron rotundamente, que a nadie se le olvide. Pero ahí sigue la Dimayor, agazapada en su incapacidad y su desconexión. Son intocables y lo saben, son incontrolables y lo aprovechan, son nefastos y no se avergüenzan.

Nada les hará reconsiderar esta absurda medida, nada valdrá para que entren en razón.

Escuché a Nicolás Samper en la tarde de hoy, ejemplificando con sencillez y precisión a los torpes dirigentes del fútbol colombiano, a quienes describe como los que ven partidos en palco y no se enteran de la realidad del hincha, del que precisamente aún les sostiene el paupérrimo espectáculo que es nuestro fútbol local. Esos, los del palco, son los principales responsables de la violencia desmedida que la liga demuestra cada día.

¿Les parece normal que tantas personas puedan entrar armas blancas a un estadio? ¿Les parece paisaje o folclore que un jugador de fútbol amenace a un presidente y a su familia como ocurrió con el Alianza F.C.? Seamos serios, hombre, y dejen de escupir en la cara al hincha.

¡Ánimo!

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/santiago-henao-castro/

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