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Lo que seguimos perdiendo en Medellín

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Ayer se presentaron en el Teatro Pablo Tobón Uribe los resultados de la Encuesta de Percepción Ciudadana de Medellín Cómo Vamos para 2022. Hay muchas cosas preocupantes, en particular, el incremento en la autopercepción de pobreza y el aumento en el reporte de hogares en los que las personas comieron menos de tres veces al día por falta de alimentos. Ambos, la pobreza y el hambre, se concentran en la zona nororiental de la ciudad, en las familias con mujeres y con niños. En Medellín, el año pasado, en el 29% de los hogares con niños menores de 6 años alguna persona no comió las tres comidas del día. Una desgracia.

Hay muchas otras cosas que se resienten en la percepción de los medellinenses. Desde la aprobación de la gestión del alcalde y su gobierno, hasta el cuidado y mantenimiento de los espacios públicos y la malla vial. Algo más de la mitad de los ciudadanos están insatisfechos con aspectos ambientales como la gestión de residuos o la contaminación del aire. Solo el 46% de los encuestados se sienten seguros en la ciudad. El panorama general es crítico. Las personas no solo definen insatisfacciones, señalan agendas urgentes y asuntos olvidados. Hay algo de orfandad en muchas de estas expresiones ¿si la Alcaldía parece desinteresada en ocuparse de todo esto, a quién podemos recurrir?

Pero las cosas se pegan. Las buenas, por supuesto, pero sobre todo las malas. La baja aprobación de la gestión del alcalde (46%), la poquísima confianza en su administración (37%) y la sensación de que la ciudad va por mal camino (47%) afectan a otras entidades de la administración local. El estado local en Medellín no es, ni mucho menos, solo las dependencias directas de la Alcaldía. Hay docenas de entidades que se ocupan de la provisión de servicios públicos y que resultan claves para el buen gobierno. Muchas de estas entidades han gozado por décadas de una imagen favorable y altas calificaciones en su gestión. En 2020 se rompió esa certeza.

El Metro de Medellín, una de las entidades más queridas por las personas en la ciudad pasó del 96% en 2019 al 86% en imagen favorable en el último año; El INDER, que históricamente ha sido receptor de un profundo cariño y valoración ciudadana (tanto, que el chiste interno en las alcaldías era que el INDER entraba donde nadie, ni la policía, lo hacía), cayó de una aprobación del 96% en 2019 al 82% en 2022. Pero quizá dos de las pérdidas de aprobación institucional más preocupantes sean las de Telemedellín y EPM. Primero, por lo pronunciadas, Telemedellín pasó de una aprobación del 94% en 2019 a 72% en 2022 y EPM de 90% en 2019 a 72% en 2022. Segundo, por la importancia que el canal público tiene para la relación institución/ciudadanía y la que tiene EPM como la empresa de servicios públicos de la que somos dueños todos los antioqueños. La Policía, las inspecciones de familia, las comisarias, el ICBF y otros tantos también caen en aprobación.

La confianza en las instituciones es un pilar fundamental para el desarrollo y la convivencia en una sociedad. El éxito de los esfuerzos colectivos, y por éxito me refiero a la capacidad de resolver los problemas públicos usando la acción pública y la acción colectiva, puede verse profundamente influenciada por qué tanto confían o no las personas en las organizaciones que representan ese proyecto. La confianza y la desconfianza son, además, contagiosas. Gobiernos y mandatarios que generan desconfianza no solo lo hacen para sí mismos, pueden destruir la confianza que las personas tiene en otras entidades públicas. Y estas pérdidas no se recuperan tan fácil como se embolataron. Medellín sigue perdiendo algo que va a ser dificilísimo recuperar: la confianza que las personas depositan en el proyecto colectivo de ciudad.

A la preocupación, ocupación. Tenemos que hablar sobre esto que nos pasa, sobre las razones, las urgencias e importancias. Las respuestas no serán sencillas, las conversaciones probablemente sean difíciles. Si vamos a desenredar este enredo y proponer las rutas para hacerlo, hay un compromiso fundamental con nuestros conciudadanos que la están pasando peor en estos momentos, y lo urgente de las respuestas para ellos, y al tiempo, afanarnos por reconstruir nuestro proyecto colectivo. Esa renovación de lo que nos convierte en eso, en conciudadanos, en compañeros de un camino común, es lo único que puede evitar que en el futuro no sigamos perdiendo tanto.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/santiago-silva/

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