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the photographs, the desperate notes,
peel your own image from the mirror.
Sit. Feast on your life.
Love After Love, Dereck Walcott.
El fin de año tiende a ser una fecha especialmente emotiva. Una festividad cargada de plegarias, de gratitud por lo vivido durante el año que acaba y de buenos deseos para el año que llega. La idea de comenzar de nuevo, de dejar atrás las cargas y los dolores del año viejo, con la añoranza de que el año nuevo sea mucho mejor que el anterior, moviliza y carga de una esperanza renovada a las personas. Es entonces cuando aparecen las listas de deseos y propósitos, esas metas impuestas, muchas veces poco autocompasivas y producto de las exacerbadas expectativas.
Siempre me ha generado algo de curiosidad esa linealidad con la que se concibe el tiempo, la forma como se decretan comienzos y finales, en últimas, y depende por donde se mire, un año nuevo comienza cada día. Se suele creer que con las tres manecillas del reloj en las doce de la noche del treinta y uno de diciembre se comienza una nueva vida y con ella la oportunidad de ser más felices y tener días más amables.
El júbilo con el que se vive navidad y año nuevo es, porque no, una forma de protestar contra la inercia del paso de los días y las angustias, alegrías y sinsabores que vienen con ellos. Diciembre un acto de rebeldía generalizado contra eso. Durante los once meses anteriores, la mayoría de la gente espera que llegue este, casi con ansiedad suplicante, porque es en estos últimos días del año, es cuando las excusas para celebrar sobran.
Alguna vez alguien me preguntó cuál es mi palabra favorita, le respondí: recordar. Las raíces latinas de esta palabra nos develan un significado precioso, volver a pasar por el corazón y es precisamente lo que quiero hacer en estas líneas. En esta, mi última columna del año, me quiero yo también unir a esa consigna de ser feliz en navidad, de hacer balance y dar las gracias por lo bueno que me dejó este año. Me tomo esa pequeña licencia de hacer un tanto más personal este espacio que, aunque siempre está conectado con mis vivencias, trato de que no sean las protagonistas. Quiero darle gracias a la vida por las personas que siempre han estado y por la que llegaron. Gracias por la familia con su amor y protección incondicional, por ser refugio. Gracias por los amigos, por los momentos y alegrías a su lado y por ser un soporte cuando hizo falta. Gracias por los maestros que sembraron preguntas y ampliaron el horizonte. Gracias por la dificultad que forma carácter y resiliencia. Gracias por los momentos felices que llenan de sentido la vida, por las oportunidades, por la salud y el bienestar; pero sobre todo gracias por el amor, la fuerza vital más grande y transformadora, el porqué sí de todo. A quienes leen estas palabras mi gratitud y aprecio siempre, les deseo unas felices fiestas y un año nuevo lleno de amor y gratos momentos. Ya nos veremos en 2024, mejores tiempos también vienen con él.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/samuel-machado/