Le falta humor a la política en Colombia

A la coyuntura política colombiana le hace mucha falta el humor.

Un profesor afirmaba que el poder es un nodo de relaciones. Desde el punto de vista trágico de los gobernantes, “el poder es para joder”; y desde la perspectiva comica de los ciudadanos, “el poder es para reirse de él” (de los gobernantes que nos joden), decía él. Yo preferiría pensar que, para los gobernantes, “el poder es para servir”; y para los ciudadanos “el poder es para bien vivir”.  Ahora, más allá del juego de palabras y de la validez de los planteamientos, creo que jodan o sirvan los gobernantes, siempre será importante que los ciudadanos podamos reírnos del poder.

En este momento en Colombia hay una alta desconfianza en las instituciones: Presidencia, Congreso, Cortes, partidos políticos, órganos de control, entre otras. Muchos ciudadanos sienten que no representan sus intereses; la polarización ha hecho de las suyas, quienes no están polarizados, están abstraídos de la política, no quieren ver a través de ésta; y hay problemas de gobernabilidad, lo que se evidencia en la oposición que enfrentan varias reformas, no hay consensos, lo que debilita la percepción ciudadana sobre la capacidad del gobierno para manejar el país.

            Decía Amos Oz: “Nunca he conocido a un fanático con sentido del humor. Nunca he visto a alguien capaz de reírse de sí mismo que se convierta en fanático”. A la política en Colombia le hace mucha falta más y mejor humor. El humor acerca la política a la gente, de alguna forma humaniza a los políticos. Cuando la política está cargada de desconfianza, polarización y desgobierno, el humor puede servir como válvula de escape. Puede ayudar a bajar la emoción colectiva, lo que permite que la gente escuche mejor otros puntos de vista y reflexione con más calma. Además, permite que los temas complejos sean más fáciles de entender. Muchos sienten que los políticos están “lejos”, que no les entienden, que hablan otro idioma.

El humor puede ser una herramienta poderosa para criticar sin caer en el ataque directo, o también para persuadir. Las sátiras, ironías, memes, etc., pueden evidenciar discrepancias entre lo que se dice y lo que se hace, motivan la reflexión pública. Los programas de sátira política, por ejemplo, hacen pensar a la gente mientras la entretienen.

El humor rompe tensiones, porque en momentos de crisis o en medio de fuertes debates, una frase ingeniosa puede calmar el ambiente. En el siglo XXI, con las herramientas que nos proporcionan las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC`s) y la Inteligencia Artificial (IA), las personas que se sienten desconectadas de la política (por desconfianza o apatía) podrían volver su mirada y prestar atención a la política, si se usan herramientas más creativas.

Cuánta falta le hace a la política colombiana un Jaime Garzón, quien creó personajes como Néstor Elí, Heriberto de la Calle, y programas como Zoociedad y Quac; un Lucas Caballero Calderón (“Klim”), columnista que hacía críticas mordaces al mundo de la política desde periódicos como El Tiempo (@ELTIEMPO) y El Espectador (@elespectador); o un par de viejas como “Tola y Maruja” (@Tolaymaruja), cuando Maruja era Sergio Valencia (“Pereque”), la de verdad. Dos señoras antioqueñas mayores, conservadoras, chismosas y muy ocurrentes, que comentaban, desde su aparente ingenuidad, los sucesos políticos y sociales del país. Desde el principio, Tola y Maruja criticaron la política nacional, pero no desde la rabia, sino desde la ironía. Hablaban de presidentes, congresistas, corrupción, elecciones, y lo hacían como si fueran dos pueblerinas que veían todo con sentido común. Su humor no era agresivo, sino sutil, cargado de sarcasmo y de crítica social, lo que permitía llegar a muchos públicos. Además, tenían la habilidad de decir verdades incómodas con humor.

A la política colombiana le hace mucha falta ese humor, miradas como esas para superar esta desconfianza de los ciudadanos, la polarización en la que estamos y este desgobierno de Gustavo Petro (@petrogustavo), que no produce risas sino lástima.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-felipe-suescun/

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