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Las nuevas masculinidades promueven la idea de que la identidad masculina no está predefinida y que los hombres pueden expresarse de formas diversas. Esta apertura puede ser percibida por algunos como una liberación, para otros una fuente de confusión. Las generaciones anteriores tenían roles de género claramente definidos y, para algunos, la pérdida de estos roles puede resultar desorientadora.
Lo que yo, siendo mujer, veo como una oportunidad inmensa de (como dice Barbie), “ser quien quieras ser”, en un mundo que apenas está descubriendo estas nuevas posibilidades, debe ser un reto inmensurable para un hombre joven que aún no ve más allá de sus propios pies.
Los hombres pueden enfrentar expectativas cambiantes en cuanto a su comportamiento y su identidad. La idea de que deben ser sensibles, emocionales y a la vez fuertes y tradicionalmente masculinos, puede ser contradictoria y confusa. Esto puede llevar a un sentimiento de inseguridad sobre cómo deben comportarse y qué se espera de ellos.
Sería insensato decirles que hay que poner las expectativas a un lado. Todos esperamos algo, y es fundamento clave a la hora de desarrollar hábitos, personalidades o tomar decisiones. No estamos regidos netamente por expectativas ajenas, las que más nos rigen yacen en lo más profundo de nuestro subconsciente… y quién te va a decir cómo ser si tú mismo no sabes.
Es pertinente que se le preste muchísima atención a la hora de acompañar a hombres jóvenes en ese camino de forjar una identidad en un mundo en constante evolución. Quizás, en ciertos casos, no apuntar tanto el dedo.
En la era de las «nuevas masculinidades», una corriente que busca revisar y cuestionar las tradiciones masculinas, surge una crítica preocupante. Algunos argumentan que esta evolución ha llevado a la pérdida de la caballerosidad y del rol considerado innato y natural para el hombre. Asimismo plantea importantes cuestionamientos sobre el impacto de las olas de feminismo en la masculinidad tradicional y en la esencia misma de lo que significa ser hombre.
Uno de los aspectos más destacados en esta crítica es la “pérdida de la caballerosidad”, una característica que durante siglos ha sido considerada como parte esencial de dicho género. La caballerosidad implicaba el respeto, la cortesía y la protección hacia las mujeres, y era vista como un símbolo de honor y responsabilidad masculina. Sin embargo, en el afán de redefinir este término, algunos argumentan que este aspecto se ha debilitado o incluso desaparecido.
La crítica también se centra en el cuestionamiento de si esta búsqueda está socavando los roles innatos que se asocian tradicionalmente con ser hombre. Se argumenta que, en lugar de celebrar y empoderar estas características, se están desafiando y debilitando. La pregunta clave es si esta reevaluación está llevando a una pérdida de la identidad masculina y de su esencia natural.
Otro punto de crítica vendría siendo el impacto de las olas de feminismo en la percepción de la masculinidad. A medida que el feminismo ha avanzado en la lucha por la equidad de género, se ha planteado una pregunta crucial: ¿están los hombres sacrificando su propia identidad y su rol tradicional en aras de la igualdad? Algunos argumentan que las demandas de igualdad de género han llevado a una desvalorización de las características y roles masculinos tradicionales.
Esto despierta cuestionamientos legítimos sobre la pérdida de la caballerosidad, los valores “esperados” de los hombres de esta nueva era y los roles considerados innatos para el hombre. La redefinición de ser hombre podría estar erosionando la identidad masculina tradicional.
A medida que las sociedades continúan evolucionando en su comprensión de género y equidad, es esencial que estas críticas se consideren y se aborden de manera reflexiva para lograr un equilibrio entre la evolución de la masculinidad y la preservación de valores tradicionales que algunos consideran fundamentales para la identidad masculina.
Quizás, como sociedad, tenemos que ponernos de acuerdo y, como decía Borges, plantar nuestro propio jardín y cultivar nuestra propia alma, en vez de esperar a que alguien nos traiga flores.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/penelope-ashe/