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Pablo Múnera

Las lecciones de Pékerman y el futuro seleccionador

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"Valoro mucho al profesor Rueda, pero con el ambiente hostil que tiene su continuidad no es sana para nadie. Se necesita un nuevo técnico."

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Ahora que estamos prácticamente eliminados del Mundial de Qatar, y más allá de si se da o no el milagro de la clasificación, es el momento de hacer balances para aprender de las experiencias anteriores y elegir bien al próximo seleccionador.  

El caso Pékerman. Es ilustrativo para comprender lo que ha pasado y prever lo que puede venir. Pocas personas discutirían que tanto el proceso como los resultados de su primera etapa, que culminó con el mundial 2014 en Brasil, fue exitoso. Que se pudo llegar más lejos si no se hubiera salida a jugar con tanto miedo ante el local es un punto que no desmerita todo lo logrado. Su segunda etapa, la del mundial de Rusia, merece un capítulo aparte.

Para dilucidar su exitosa estrategia es preciso comprender mejor los roles de un director técnico de selección y el entorno de Barraquilla para nuestra tricolor.

En su rol como entrenador debe preparar a sus jugadores en cuatro aspectos: físico, técnico, táctico y estratégico, y psicológico. Adicionalmente, como técnico, debe seleccionar (los convocados y los que juegan), entrenar en los aspectos citados y dirigir los partidos. Por demás, debe lidiar con asuntos administrativos internos y externos, como los directivos de la federación y los periodistas, entre otros.

Barranquilla tiene un entorno peculiar para el fútbol, para lo bueno y para lo malo. No se puede hablar de la selección sin conocerlo. No hay matices: eres dios o el diablo, blanco o negro, y en un instante te voltean la moneda. Si ganas eres el mejor y si pierdes el peor. Así de básico, como tantos de nuestros periodistas deportivos, que, dicho sea de paso, no sacan entrenadores, pero les pueden hacer su labor insoportable. 

Con estas coordenadas es más fácil entender la estrategia y el éxito de Pékerman. Al ser un técnico extranjero, exitoso con selecciones menores, indiscutido como persona y sin ninguna resistencia en el país, tuvo el capital político para mantener el equipo a una prudente distancia de la prensa y de los aficionados. Él era el que ponía la cara y, salvo excepciones, con la autonomía inicial y los resultados logrados, pocas personas se atrevían a cuestionarlo.

Su estrategia no fue ni física, ni técnica, ni táctica, fue psicosocial. Manejó la mente de los jugadores, el grupo, el entorno mediático y hasta la hinchada. En suma, lo más difícil de hacer en el fútbol colombiano. Gracias a su humildad, pudo remarcar su éxito al no caer en el exitismo. Aprovecho lo bueno de Barranquilla y de la prensa y neutralizó lo malo. Todo un coach, ejemplo de liderazgo y de manejo de grupos.

En lo físico y en lo técnico hizo la tarea, aunque en lo táctico y estratégico tiene vacíos porque es un técnico miedoso. Por eso no ganó el mundial 2006, cuando tenía a Alemania al borde del K.O. y quizá por lo mismo no fuimos semifinalistas en el mundial 2014. Como técnico, seleccionaba a los mejores para las convocatorias, pero se equivocaba a veces con las alineaciones. Como entrenador es poco lo que se puede hacer en una selección, por el escaso tiempo de preparación, pero se centró en lo fundamental: la mente de los jugadores y el entorno de la selección. Dirigiendo tuvo aciertos y errores, nada excepcional.

Para finalizar con Pékerman, y reforzar lo hasta aquí planteado, hay que decir que en su segunda etapa para el mundial de Rusia 2018, con copas América en el intervalo, los resultados no le favorecieron mucho. Perdió entonces su capital político y se ganó la crítica de una prensa como la nuestra, con tendencia a privilegiar las fotos sobre las películas, los resultados sobre los procesos. Por fortuna no son todos, pero sí suficientes para enrarecer el entorno de la selección y a su vestuario, hasta hacer inviable su continuidad, aun cuando fuera lo más sano para todos. Aquí lo bueno no dura.

El entreacto Queiroz-Rueda. Como se vive se juega, dicen un refrán, que casi siempre aplica. En un país tropical, que ha tenido como principal referente futbolístico a Brasil y con jugadores ricos en técnica, cómo se les ocurre contratar a un técnico tacaño, ultradefensivo y medio déspota como Queiroz. El fracaso estaba garantizado. Si le hubieran entregado la España lírica de hace una década, la hubiera colgado de los palos. Dejo a Colombia eliminada, sin moral y dividida.

Así era muy difícil para Rueda salvarnos de lo inevitable y más con una prensa que mide con un rasero a los extranjeros y con otra a los nacionales. Rueda cometió errores, pero no es el principal culpable de la desilusión que tenemos, así algunos “analistas” digan que a los técnicos los sacan los resultados. ¡Valiente formar de ponerse por encima y absolver a los mañosos dirigentes que solemos tener! A los técnicos los sacan los directivos, a quienes no los saca nadie, salvo uno al otro.

Las lecciones y el futuro seleccionador. Valoro mucho al profesor Rueda, pero con el ambiente hostil que tiene su continuidad no es sana para nadie. Se necesita un nuevo técnico. Hay que pensar antes en el perfil que en el nombre. Intentemos uno. Como la primera versión de Pékerman, debe ser alguien respetado por los jugadores, la prensa y los directivos, para que garantice el manejo del vestuario y no deje contaminar al equipo del entorno. Debe, además, entender la idiosincrasia de nuestros futbolistas e interpretar nuestra cultura, por lo cual debe proponer un fútbol atractivo y efectivo a la vez, sin esencialismos líricos estilo Guardiola ni tampoco avaros estilo Mourinho. Se necesita un todoterreno y versátil estilo Klopp, pero a nuestro a nuestro alcance. Y sí, debe ser extranjero porque en nuestro país sí que no valoramos a nuestros profetas.

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