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“–A veces me pregunto qué es lo que estamos esperando desde hace tanto tiempo.

 –Que sea demasiado tarde, madame.» Océano mar. Alessandro Baricco.

“Por algo los viajes permanecen en la memoria con la mayor nitidez: son la brújula, la diferencia. El viaje es la lucha contra la niebla.” Use Lahoz.

La vida es el cuerpo de una mujer tirado boca abajo sobre el pavimento caliente en una carretera. La vida es ese cuerpo inmóvil al que le falta un zapato. La vida es la media color rosa al descubierto, inútil, de camino al trabajo, y una moto destrozada a un lado. La vida es la gente alrededor mirando ese cuerpo que no se mueve, sin saber si aún se defiende. La vida es ver el cuerpo, un solo zapato y una media rosa, una moto aplastada, la gente alrededor, desde la ventana de un carro, y entender que eso es la vida. La vida es imaginarse de quién será esa mujer la vida, quién la vio elegir las medias rosa esa mañana que no era cualquiera. La vida es seguir paralizada en el carro, con esa huella por dentro, pensando en lo que es la vida. Ir tras un vehículo de policía que no se detuvo ante el cuerpo que le daba la espalda al sol, rodeado de gente pero en una soledad radical, y ver que por fin se detiene unos metros más adelante, desear que para hacer algo por ese cuerpo que es una mujer y la vida de alguien más. La vida es no poder dejar de ver esa quietud, esa ignorancia de la propia desgracia, la inocencia de una mujer cuando se pone sus medias rosa empezando la mañana definitiva. La vida es cruzarse con la ambulancia que se acerca y concentrar el alma entera en una súplica para que alcance, para que el cuerpo esté aún luchando aunque esa lucha no se vea. La vida es intentar desprenderse de eso, difuminar la huella, anhelar que eso no sea la vida.

Hablando de un momento maravilloso que vivió hace muchos años el escritor Sergio del Molino en las aguas cristalinas de Venezuela, buscando tortugas Morrocoy, escribió: «En cada Morrocoy, tus expectativas nunca deben ser más amplias que el horizonte que te enmarca. Vivir no tiene propósito ni sentido, tan solo es una constatación del ser, una manera de saber que el aquí y el ahora son aquíes y ahoras cuya elusión solo expresa estupidez. En otras palabras: no hay prórrogas, mañanas, promesas o planes. Toda la semántica del futuro es la ansiedad que ciega el presente, que no es inaprensible como creen los filósofos, sino la única existencia disponible».

La vida es cada minuto que pasa y las mañanas que empiezan sin conocer sus tardes. Entre cada mañana y cada tarde está la vida y la posibilidad de llenarla de lo que somos, y de vida, por si acaso, por si el entretanto nos sorprende. Me voy unas semanas a un momento Morrocoy, a vivir un presente exuberante, a usar la vida sumergiéndome en belleza, a imprimir huellas que inspiren y expandan mi interior, a sembrar historias para seguir mirando más hondo y escribir. A llenarme de lo que quiero tener dentro para estar viva. Porque descubrir belleza nueva, belleza que era improbable intuir detalladamente sin contemplar de cerca, eso es la esperanza. Y esa esperanza es la fuerza para continuar aun sabiendo lo que es la vida.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/catalina-franco-r/

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