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Hay algo en lo que todos estamos de acuerdo y es que estar saludables es impagable y está por encima de muchas otras cosas. Por lo menos así lo decimos cuando las cosas no salen bien, o cuando el dinero no es el suficiente, o al soñar con cosas que nos parecen imposibles: “por lo menos hay salud”.
Sin embargo, es poco lo que estamos dispuestos a hacer para conseguir -y mantener- esa salud. Ya estamos tan acostumbrados al mundo como es ahora y a las comodidades que tiene, que consideramos que tener salud es una simple ausencia de síntomas muy evidentes, que solo se trata de tener un “peso ideal”, o de cuántas veces hemos ido al médico. Y por otro lado, que las enfermedades graves son casualidad o pura mala suerte.
Asumimos que al envejecer, todo va a doler, todo va a ser más difícil, vamos a estar expuestos a todo tipo de enfermedades y problemas de salud. Incluso el simple hecho de que una persona de la tercera edad se tropieza y se cae, termina siendo una catástrofe en la que hay un montón de secuelas. O no hay que irse tan lejos, solo con los chistes y memes de que a los 30 ya suenan todas las articulaciones y duele solo el hecho de sentarse, estamos aceptando la debilidad de un cuerpo por el que no estamos dispuestos a hacer mucho.
Además de eso, al vivir tan desconectados de nosotros mismos y de lo que nos hace bien, quedamos a merced de las masas, las tendencias y la moda, y se hacen muchos cuestionamientos descarados a aquellos que intentan hacer las cosas diferente y tomar conciencia de que el cuidado personal, la salud y el bienestar no están en manos de una nueva crema milagrosa, o de las nuevas galletas con todas las vitaminas, o incluso de la nueva aplicación que promete rebajar kilos de peso en tiempo récord. Lo gracioso es que se cuestionan más esos comportamientos “raros” y “exagerados”, que en realidad son los que hacen parte de nuestra naturaleza, que los más dañinos.
Es fácil dejarse llevar por lo inmediato y perder de vista que la gran mayoría de las cosas de las que más nos quejamos y que más problemas a la salud causan, están en nuestro control y responsabilidad: movimiento del cuerpo, lo que comemos cada día, a qué le prestamos atención, lo que aceptamos y rechazamos. El problema está en que le delegamos la responsabilidad de todo eso al mercado y a las circunstancias que nos tocaron. Casi como diciendo que no hay nada que se pueda hacer al respecto y tocó vivir así.
¿Cómo podemos pretender hacer las cosas bien, estar bien con los demás y lograr grandes resultados, si ni siquiera nos sentimos bien con nosotros mismos, si nuestro cuerpo está en desequilibrio y nos limita la capacidad de actuar y de pensar? Ya normalizamos estar inflamados, con dolor, estrés crónico, cansancio. No puede ser casualidad que justo bajo esas circunstancias sea más fácil manipular a alguien, pues su capacidad de autocontrol y voluntad está por el piso.
Para mí es lo más peligroso, pues le estamos regalando el poder de decisión y de conciencia a cualquier cosa que sea capaz de captar nuestra atención (que cada vez es más fácil) y dejamos en manos de otros nuestro propio bienestar. Por eso cualquier intento de mostrar que los mejores resultados se conseguir con mayor esfuerzo, se convierte en motivo de rechazo, burla e ignorancia.
No nos dejemos robar la posibilidad de tomar las riendas de nuestra propia vida, de nuestra propia salud. Nadie viene a salvarte.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-perez/