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Tropico es un videojuego de simulación, donde se toma el papel de dictador en una isla paradisiaca para desarrollar su sociedad, economía e infraestructura, al tiempo que se atienden amenazas políticas internas y externas, desastres naturales y otros sucesos. Su objetivo principal es mantenerse en el poder, incluso en democracia, mientras se alcanzan los logros de un escenario específico como llegar a un valor total de exportaciones, derrotar una guerrilla, ganar N número de elecciones o se juega a libertad estilo sandbox.
Nunca jugué su primera versión publicada en 2001, pero sí varias de las subsecuentes, con especial mención para Tropico 3 -ya van en el 6-. En todo caso, sus soundtracks reúnen una cantidad de canciones del trópico caribeño que se han convertido en una curiosa lista de interesantes descubrimientos musicales para mí. Entre esas está, Ese es mi amigo, de Los Corales, grupo aparentemente mexicano sobre el que no puedo encontrar ninguna información y a quienes se les atribuye la autoría de algunas de las canciones de los juegos. Amo esta canción, me cuestiona, me hace pensar: “yo quiero ser ese”; entre muchos ejemplos de la persona que me gustaría ser, encuentro allí uno esencial, por lo que quiero juntar algunas reflexiones a las que llego con sus versos.
Ese señor que viene y va, hombre letrado y transparente, hace derroche de la amistad, siembra el amor entre la gente
Una de las primeras cosas que se me vienen a la cabeza cuando pienso sobre la ética propia es si soy el único que piensa acerca de esto, ¿será que soy el único joven de mi generación que reflexiona sobre sus propios comportamientos, sobre sus valores? No recuerdo muchas conversaciones donde haya hecho reflexiones éticas con amigos, menos sobre los valores propios, aunque sí reconozco haber visto en amigos firmeza en los principios. Hablando de principios, tengo dos que me gusta tener presente, aunque haya a quienes les parezca locura o se me dificulte a veces sostenerlos: la transparencia en el actuar y amar a las personas.
Ese señor que viene y va, se manifiesta cual creyente, usa el sentido de la verdad, se ser así no se arrepiente
Me gusta pensar en una máxima: vivir por principios no por emociones. No es que haya una clara relación inversa entre ambas cosas, pero, pienso constantemente en una frase que le he oído a mi papá: “las emociones dañan los principios y los principios perfeccionan las emociones”. Yo no soy perfecto ni mucho menos, pero he tomado en la vida un par de decisiones donde he puesto como guías algunos de mis principios, como el perdón y la honestidad. Por algunas de estas cosas he recibido burlas, como si lo normal fuera actuar mal, aunque parezca un tonto en los ojos de algunos, nunca me he arrepentido de intentar ser correcto.
Ese señor que viene y va, vuelca su sueño en el presente, para el futuro construir con el quehacer de tanta gente
Es difícil valorar el presente tanto como se idealiza el futuro, pero tal vez nunca había existido una generación en el mundo que le diera tanta importancia al ahora como la mía; como yo lo veo, es esencial preocuparse por la persona que se es ya, para garantizar el éxito de la persona que se será en adelante y del mundo que juntos tenemos por construir.
Ese señor que viene y va, ama la paz, odia la guerra, tiene un sentido de humanidad, tan grande como esta tierra
Amar la paz en una sociedad tan conflictiva como la nuestra es muy difícil, especialmente para quienes hemos sido víctimas de la violencia; tiene todo el valor del mundo perseguir la paz en el país cuyo día más violento es el de la madre -qué increíble sinsentido-. Sin embargo, la empatía, valor esencial para la paz, me cuestiona; ¡cuánto me cuesta ponerme en los zapatos de otros! No siempre me sale al natural y he notado muchas veces cómo mi privilegio puede nublar mi criterio.
El coro de la canción reza:
Ese es mi amigo, ese es mi amigo, ese es mi amigo de verdad, ese es mi amigo
¿Será que soy un bobo por querer hablar de esto? Así me siento, confieso al lector que me causa una tremenda vergüenza escribir y publicar esta columna. Pero, aun así, me sostengo, quiero que algún día alguien diga de mí, que soy el amigo del que habla esta canción; no por un deseo personal de ser mejor que otros, sino por ser mejor para mí y para los demás. La persona que quiero ser es lo contrario a la caricatura de un dictador caribeño, quiero defender la democracia, ser honesto, transparente, íntegro, puntual, rápido para el perdón y lento para la ira, quiero amar a las personas y ser buen ejemplo. En el fondo, creo que no soy el único que piensa estas cosas.
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