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A Medellín le quitaron sus bibliotecas públicas los domingos y festivos. Mediante una resolución de dos páginas, la Alcaldía decidió que todas las sedes del sistema de bibliotecas recortaran sus horarios de atención y cerraran sus puertas a la ciudadanía.
No se entiende la lógica de esta decisión, que resulta miope y torpe –cuando no malintencionada–, si se tiene en cuenta que la mayor cantidad de actividades culturales en las bibliotecas se desarrollan precisamente los domingos y festivos, por ser estos los días en los que niños, niñas y jóvenes están acompañados de sus padres y tienen la oportunidad de disfrutar la oferta cultural y compartir en familia en estos espacios tan apreciados por las comunidades. Lo anterior es especialmente grave, pues, como reportó el diario El Colombiano, la ciudad no logra reponerse en los indicadores de uso de la red de bibliotecas públicas, que pasó de atender a 105.518 niños en 2019 a 40.336 en el 2021.
Las bibliotecas no son las únicas afectadas por las decisiones de Daniel Quintero: se conoció por denuncias ciudadanas que la Fiesta del Libro y la Cultura –uno de los eventos culturales más importantes del año en la ciudad–, también está pasando por dificultades para su realización por recortes en el presupuesto por parte de la alcaldía. Lo anterior ha causado indignación, pues la noticia se conoció a la par del anuncio de que se priorizarían 5 mil millones de pesos para los alumbrados.
Estos dos temas, lejos de ser casos aislados, son síntomas de la crisis a la que esta alcaldía ha llevado al sector de la cultura en Medellín, con cambios permanentes en los cargos directivos de la Secretaría de Cultura Ciudadana, y recortes presupuestales a múltiples entidades y programas culturales, que, por cuenta de las decisiones del alcalde, hoy están desfinanciados.
El origen de esta situación se remonta a comienzos de este año, cuando el alcalde presentó el proyecto de presupuesto al Concejo, que dejó a las Secretarías de Ambiente y Cultura Ciudadana como las más desfinanciadas para el 2022, situación que preocupó a la ciudadanía y al sector cultural (tan golpeado por la pandemia), que criticó el desinterés de este alcalde, reflejado en la reducción sistemática en el presupuesto para la cultura durante su administración. Estas son las cifras oficiales de los rubros para la cultura en los presupuestos presentados al Concejo por Quintero: en 2019: 126.439 millones; 2020: 98.584 millones; 2021: 96.970 millones; 2022: 85.368 millones. El presupuesto no solo no ha crecido, sino que se ha reducido, año a año, drásticamente.
Como denunció Jorge Melguizo (exsecretario de Cultura Ciudadana de Medellín), la disminución del presupuesto de Cultura para el 2022 fue “la mayor históricamente desde que se creó la Secretaría de Cultura Ciudadana en 2002: de 139 mil millones ejecutados en 2021, se pasó a 85 mil millones como presupuesto inicial en 2022 (…) el presupuesto inicial de 2022 es 11.5% menor que el presupuesto inicial de 2021, y 38.9 % menor que el presupuesto final de 2021”. El recorte presupuestal a la cultura les pasó factura a instituciones como la Biblioteca Pública Piloto y el Museo Casa de la Memoria, a las que se les restaron 1.812 millones y 2.975 millones frente a 2021, respectivamente.
Mientras la cultura perdía recursos en 2022, recibiendo cerca de 40.000 millones menos que en 2019, otras secretarías vieron su presupuesto considerablemente aumentado, por ejemplo la de infraestructura física, que en 2019 tenía 339.198 millones y pasó a 392.112 millones en 2022. Si esta administración no ha hecho grandes obras y pidió más plata para hacer mantenimiento a colegios y escenarios deportivos, cabe preguntar a dónde se están yendo los recursos que le quitaron a la Cultura –y que tiene hoy sus programas desfinanciados– para entregársela, entre otras, a infraestructura física. No se ven.
En una entrevista con el periódico El Colombiano, Cristóbal Peláez –director del Teatro Matacandelas–, denunció que el sector cultural perdió todo diálogo con la Secretaria de Cultura Ciudadana de Medellín “Ellos nos pintan a nosotros como un montón de miserables pidiendo Plata. Y lo que pedimos, lo que solicitamos y exigimos como ciudadanos, es que las políticas sean responsables. Tengo la impresión de que la Secretaría de Cultura se convirtió en cuatro cosas: en avisos publicitarios en Instagram, Facebook, Twitter y en tarimas. Es decir, la secretaria es una organización que monta espectáculos. Esta es una alcaldía que solo le interesa la publicidad”.
Hace unos años, la alcaldía de Alonso Salazar hizo una apuesta histórica por la cultura en Medellín, asignándole el mayor presupuesto desde su creación, que superaba incluso el presupuesto del Ministerio de Cultura. En otras palabras, se invertía más plata para la cultura en Medellín que en todo el país. Museos, teatros, organizaciones comunitarias, eventos y colectivos artísticos y culturales vivieron su momento cúspide, sumergiendo a la ciudad en un ambiente cultural especial.
¿En qué momento pasamos de eso, a una alcaldía que prioriza unos alumbrados mientras recorta presupuesto a las bibliotecas y a la Fiesta del Libro?
Pasamos de una alcaldía que entendía la cultura de manera integral, como un ecosistema de ciudad que alimentaba la mente y el espíritu de su ciudadanía, a una alcaldía que convirtió la secretaría en una empresa de logística que monta las tarimas para los shows de Quintero.
Como en tantas otras carteras, ponen a la cultura no al servicio de la ciudad, sino del alcalde.