Estas ganas de ser lo que no somos son espantosas. Para la Feria de las Flores que acaba de terminar, alguien, en el parque comercial El Tesoro, tomó la decisión de que la decoración sería con árboles, plantas y pájaros. Bonitos, sí. Pero falsos. De plástico.
Ahí, mirando para cualquier lado, no sabía si preocuparme por el uso final de tanto material o si indignarme por el despropósito. En 1957, la feria se creó para celebrar la diversidad natural de estas tierras y la riqueza en floricultura; pero en 2025, las flores plásticas no solo inundaron ese centro comercial: abundan en los restaurantes y cafés. Se lucen al lado de letreros en inglés y menús extranjeros.
Días después circuló, sin mucha bulla, la noticia de que la administración municipal autorizó el uso del “primer parkelet” de Medellín, en Manila. Entonces, lo que era zona de estacionamiento regulado, ahora será espacio para mesas y sillas de un establecimiento comercial. La expresión rimbombante no oculta lo que es: aprovechamiento del espacio público para el enriquecimiento de privados.
Ahora, el alcalde anuncia que Medellín tendrá mar: artificial. Somos una ciudad metida en la cordillera Central de los Andes, pero en 2027 tendremos 12.000 m² de mar y 5.000 m² de playa. ¿Para qué? ¿Por qué insistir en ser lo que no somos?
¿Hay alguna consideración ética o estética en estas decisiones? No creo. Parece que celebrar lo artificial, lo extranjero, lo privado sobre lo colectivo, es el camino para que la ciudad sea cada vez más “instagrameable”.
Hoy, cuando las preguntas del liderazgo mundial se fundan en la sostenibilidad, en el cuidado de los recursos y en el respeto por la diversidad, en Medellín los intereses privados y públicos se esfuerzan en disfrazar la ciudad. Como si el simulacro emocional superara la experiencia vital. Como si bastara con parecer para no tener que ser. Como si Medellín se mirara al espejo y no se reconociera. Como si cada vez fuera menos ciudad y más maqueta.
Entonces, si se prioriza la escenografía sobre las urgencias reales de la población, este Distrito seguirá su rumbo, deslumbrado por los flashes, hacia el desbarrancadero.
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