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La semana pasada en el auditorio de Suramericana se presentaron tres iniciativas de diálogo y encuentro de la ciudad: Hablemos Medellín, La Tejeduría Territorial y Medellín, la ciudadanía tiene la palabra.  Fernando Zapata de la Corporación Región contó una historia de una habitante de la comuna nororiental de Medellín. La señora, le decía a Zapata en una conversación: “nosotros somos la gente del no. ¿podemos tener agua potable? ¡No! ¿Podemos tener alcantarillado? ¡No! ¿Es posible que nos reconozcan como barrio? ¡No! ¿Pueden ir nuestros hijos a la universidad? ¡No!

Esta historia es un análisis agudo de la ciudad que habitamos. En Medellín hay una ciudad del sí, que ocurre en general en la zona sur, y una Medellín del no que se extiende en las laderas del norte. De acuerdo con Medellín como Vamos el 36% de los habitantes de las comunas Popular, Santa Cruz, Manrique y Aranjuez no pueden acceder a tres comidas diarias. “Ninguna sociedad puede ser próspera ni feliz si la mayor parte de sus miembros son pobres y miserables” dijo Adam Smith una vez para describir lo imperativo de la distribución de la riqueza. Ningún proyecto de sociedad puede permitirse que muchos de sus ciudadanos vivan con hambre.

En ese mismo evento Santiago Londoño, coordinador de La Tejeduría Territorial mencionó que el proyecto que lidera parte de la premisa de que en la ciudad hay dos realidades, de que hay una brecha social que es necesario cerrar, de que existe una Medellín del sí y una del no.  La Tejeduría permite que esos dos mundos se encuentren a través de la conversación; propicia que personas que de otra manera nunca en su vida se encontrarían, se miren, conversen y se conozcan.

El encuentro de las dos medellines es quizás la tarea más importante que tenemos como sociedad. Es necesario que las personas que viven en esas dos realidades tan distintas convivan. La mejor forma de garantizar ese encuentro es a través del fortalecimiento de lo público, de la generación de espacios de igualdad. Las sociedades más avanzadas se han preocupado por garantizar sitios de igualdad, de interacción sin diferencias. La educación pública de calidad ha sido históricamente el mecanismo de encuentro entre clases.

Medellín es una ciudad mezquina con los espacios públicos y en la que el encuentro entre clases es cada vez más difícil. Salvo la tribuna oriental del estadio Atanasio Girardot no puedo pensar en lugares donde los habitantes de los dos medellines se encuentren. El próximo alcalde de la ciudad debería tener en su agenda la convergencia entre clases, los espacios que favorezcan el reconocimiento y la convivencia en condiciones de igualdad. Sin eso, la confianza y el cierre de la brecha entre la Medellín del sí y la del no va a ser muy difícil.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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