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Víctor Gaviria recibió el mes pasado la medalla Cineteca Nacional de México. En las actividades programadas alrededor de ese reconocimiento se hizo también una retrospectiva de su obra. Yo te tumbo, tu me tumbas el documental que conversa con los actores de Rodrigo D No Futuro que aún estaban vivos tres años después del rodaje de la película, fue una de las piezas que se proyectaron. Incluso Mario, con quien más se habla en Yo te tumbo, tu me tumbas fue asesinado una semana después de terminar las grabaciones. En la película sus reflexiones alrededor de la vida están ambientadas por la inminencia de su muerte. En su tercera o cuarta salida en pantalla lo vemos bastante hinchado y con múltiples heridas en la cara relatando como días atrás le habían metido un “changonazo”. Al final de la narración de esa “vuelta” en donde casi lo matan, Mario resume la realidad de muchos pelaos de la época: “vale más un fierro que la vida de uno por acá”
Rodrigo D se estrenó en 1990. Un año después, el más violento de la historia, asesinaron 6.810 personas en Medellín. De ellos, casi la mitad eran hombres entre 15 y 24 años, como Mario, como Ramón, como Rodrigo. En Rodrigo D no se identifica claramente una estructura refinada de crimen organizado, o una línea de mando definida. Se ven pelaos tratando de procurar su subsistencia, de conseguir algunos pesos para comprar comida, “chorro” y el “traído”. Y, sobre todo, intentando no ser el “traído” de nadie.
Desde ese año la transformación de Medellín ha sido innegable. La combinación de esfuerzos institucionales, empresariales, académicos y comunitarios lograron que la ciudad pasara de ser una de las ciudades más peligrosas del mundo, a un modelo de transformación social, a un “milagro social”. En lo que se refiere a la violencia homicida pasamos de cerca de 7000 muertos a inicios de los 90, a 403 asesinatos en 2021, la mitad de ellos de nuevo jóvenes. Pero ningún modelo por bueno que sea soluciona la totalidad de los asuntos públicos, y “el milagro de Medellín” no se extendió de manera uniforme en todas las comunas de la ciudad. Francis Fukuyama, en su visita en 2010 lo describió muy bien: “Medellín es un milagro a medias”, una ciudad que logró cosas importantes pero que tiene todavía muchos asuntos por atender. Los retos, en particular en la nororiental, siguen siendo muy parecidos a los que vimos en el cine de Víctor Gaviria.
Incluso los modelos de transformación exitosos se agotan, dejan de ser efectivos y necesitan repensarse. Aún estamos lejos de ser una ciudad que acoge a la juventud, que le garantice futuro a cada uno de sus jóvenes. La semana pasada mataron a Jeison Vásquez, líder LGBTIQ+, por nombrar alguno de los jóvenes asesinados este año. Mucho hemos avanzado desde la Medellín de Rodrigo D y Yo te tumbo tu me tumbas, pero el fracaso social de los asesinatos a jóvenes, del terror de que un pelao valga más que un fierro, sigue estando presente.