La hazaña deportiva del siglo (Parte II): entre lo improbable y lo imposible

La hazaña deportiva del siglo (Parte II): entre lo improbable y lo imposible

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Elegir la hazaña deportiva del siglo es una forma de comparación de unas proezas sobre otras, de unos deportes y deportistas sobre los demás, de unos contextos, épocas y rangos de tiempo sobre otros, entre otros tantos parámetros. Y, como en toda comparación, hay que considerar tanto lo que aplica, como lo que no aplica, es decir, en lo que no es posible encontrar similitudes.

Hay deportes técnicamente incomparables: gimnasia con ajedrez podrían ser unos; deportistas con condiciones muy distintas para ser comparados uno a uno: el mejor ciclista en un mal equipo y uno regular en el mejor; momentos diferentes en cuando al desarrollo técnico y tecnológico para poder superar marcas: el mismo ciclismo, con las bicicletas y las vías actuales; y el nivel de desarrollo del deporte y las competencias: el baloncesto antes de la NBA, o ésta antes de que existiera la línea de 3 puntos.

También es necesario considerar no solo las virtudes, sino los defectos y carencias: la zurda prodigiosa de Maradona hay que sopesarla también con sus limitaciones con la derecha o con la cabeza, las mismas que no tuvo Pelé, por ejemplo. En fin, son tantas las variables que dificultan la evaluación, que tal vez la posición más sensata sea no hacer este tipo de comparaciones.

Pero bueno, hechas estas y otras tantas acotaciones o salvedades que se pueden hacer, y ya comprometido con el título de esta columna desde su primera parte, es necesario elegir y hacer una apuesta, no para el siglo tampoco, pero sí por lo menos para mi media centuria de existencia, no sin antes enunciar algunos criterios técnicos.

El David que venció consecutivamente a tres Goliat

En la primera parte de esta columna invitaba a los lectores a que me compartieran su respuesta. Varios aceptaron el reto y me la enviaron por medios internos. Destaco algunos. La primera persona en bajar de los 10 segundos en los 100 metros planos: Jim Hines de EE.UU. con 9.95 segundos en los Olímpicos de Ciudad de México en el 68; Usain Bolt tiene el récord con 9.58. El plusmarquista de la maratón, el keniano Kelvin Kiptumcon, con un tiempo de 2:00:35. La proeza del argentino David Nalbandian, que derrotó de manera sucesiva a Rafael Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer (y antes también a Del Potro) en el Máster Series de Madrid en 2007, cuando los tres tenores tenían una hegemonía incomparable en la historia del tenis.

No demerito ninguna, al contrario, me rindo a los pies de estos y otros atletas, empezando por nuestra bella Catherine Ibargüen, la mejor deportista colombiana de todos los tiempos (incluyendo hombres), con sus 33 triunfos consecutivos en la Liga de diamante del atletismo. Sin embargo, considero que en las del atletismo, por ejemplo, el desarrollo tecnológico y el tener una referencia a batir ayudan mucho. En el caso de Nalbandian, lo hizo una vez, pero no lo repitió y la sistematicidad es clave en este tipo de comparaciones: no sería lo mismo, por ejemplo, el 0-5 a Argentina en el 93, que si se repitiera seis o más veces consecutivas.

Entre lo improbable y lo imposible

Ya, listo, está bien, no más suspenso ni prolegómenos. La mía es la del Leicester City, campeón en la temporada 2015-2016 de la Premier League de Inglaterra, la liga más difícil y competitiva del mundo en la última década. Fue su primer título en la primera división inglesa en 132 años. No es la última palabra y quizá no tenga la razón, pero argumentos y datos me sobran.  

Tal vez el más contundente es el hecho de que es el mayor precio de apuesta individual pagado en la historia de las casas de apuestas: 5.000 a 1. Algunas ofertas curiosas de apuesta, que pagan o pagaban lo mismo, resaltan más esta épica, entre ellas: si Elvis Presley es encontrado vivo; si Barack Obama, en cuanto terminara de presidencia, se hubiera dedicado a jugar cricket por Inglaterra; o si Kim Kardashian fuera elegida presidente de Estados Unidos en 2020. El título del Leicester cambio para siempre el negocio de las casas de apuestas, que ya son más cautas en las cuotas ganadoras.

Hay más hechos y datos que exaltan aún mas esta hazaña. Con apenas dos años de haber ascendido de nuevo a la Premier, y luego de un evitar un descenso milagroso el año anterior, el Leicester logró salir campeón dos fechas de anticipación (en la 36 de 38), y con 10 puntos de ventaja sobre encumbrados rivales como Arsenal (con 13 títulos), Tottenham (2), Manchester City (4 en ese momento) Manchester United (20), Liverpool (17), Chelsea (5), Everton (9), Aston Villa (7) y Sunderland (6).

Es el equipo más modesto y barato que ha ganado la liga más lucrativa del planeta, con una nómina construida con agentes libres (jugadores desempleados que desechan los otros equipos), entre los que sobresalieron Riyad Mahrez, nombrado jugador de ese año en la liga y máximo asistidor, y Jaime Vardy, goleador del torneo con 22 tantos, y hasta entonces ignotos en la élite del futbol mundial. Luego del título, camisetas firmadas por Vardy llegaron a venderse a US$1.400.

Cualitativamente, lo que más impresiona del Leicester es haber soportado todo el año la presión de los más grandes clubes de Inglaterra y ganarles sobrado. Esa consistencia es determinante en esta comparación. Si el (David) Nalbandian derrotó a tres Goliat (Nadal, Djokovic y Federer), de forma consecutiva en un torneo, el Leicester venció en 38 jornadas a cinco o más Goliat a la vez, venciendo las probabilidades y tocando el techo de las imposibilidades.    

P.D. Tengo una valoración y afecto particular por el doble triunfo de la generación dorada del baloncesto argentino, comandada por el gran Manu Ginóbili, sobre el Dream Team de Estados Unidos, primero en el Mundial de Indianápolis de 2002, cuando nadie los había derrotado, y luego en los Olímpicos de Londres en 2012, pero eso será motivo de otra columna. 

Otros escritos de este autor:
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