Le habló el país, presidente

Le habló el país, presidente

Escuchar artículo

Elena tiene 58 años, es pensionada del magisterio y ha trabajado durante más de 30 años con el municipio como docente en varias escuelas. Es madre de tres hijos y también, como todos los somos o lo seremos en algún momento de nuestras vidas, paciente. Elena salió a marchar, dice, por el sistema de salud. Lleva ya varios años lidiando con algunas enfermedades, una de ellas un cáncer de tiroides que le fue detectado a tiempo y por el cual ha recibido una atención diligente y de calidad, acompañada de un equipo multidisciplinar. Hoy, después de 30 años en los que se ha logrado un sistema de salud con cobertura universal, un plan de beneficios amplio, la seguridad financiera y el aumento de capacidades instaladas, la intransigencia del gobierno está asfixiando poco a poco a las aseguradoras en salud, provocando una crisis generalizada y, en últimas, poniendo en riesgo la vida de los pacientes.

Sebastián tiene 22 años, es estudiante y, a punta de un crédito y becas por buen rendimiento académico, ha adelantado sus estudios en una universidad de la ciudad. Salió a marchar en compañía de sus padres y amigos porque ve con preocupación el futuro suyo y de su generación. Ve a un gobierno que todos los días acrecienta una crisis endógena, uno donde el ejecutivo amenaza la democracia, las instituciones y el equilibrio de poderes, donde un presidente crea conflictos permanentemente con actores nacionales e internacionales para mantenerse vigente y posa de amigo y replicador de la retórica nostálgica de la dictadura chavista.

Inés tiene 42 años, es madre soltera y se encuentra actualmente desempleada. Hace un año perdió el trabajo que tenía en una empresa que debió empezar a hacer recortes por el mal momento que pasan las pequeñas y medianas empresas por la excesiva carga impositiva, la falta de garantías a la iniciativa privada, los altos costos, las fluctuaciones de la economía colombiana y por la incertidumbre y barreras de acceso al empleo formal. Salió a marchar contra la reforma laboral y pensional que, según dice, lo único que puede lograr es empeorar su situación.

Estas son tres historias, tres preocupaciones y reclamos legítimos, de tres personas comunes y corrientes, ciudadanos que como usted o como yo salen todos los días a sortear los devenires de nuestras realidades como país. De ningún modo son acaudalados, grandes empresarios, terratenientes, políticos tradicionales o miembros de la clase dominante. Y como las de ellos, son muchas las razones de millones de colombianos que ayer inundaron las calles de las ciudades y pueblos de Colombia para decirle al gobierno y, en cabeza de él, a Gustavo Petro, que su poder y su accionar como mandatario se deben enteramente a ellos y no a la autosatisfacción de su ego.

La gente le manifestó al mandatario que su gobierno es torpe, incapaz de responder a las realidades complejas de este país y profundamente impopular. Le gritaron también, porque parece ser la única forma de que su sordera y mezquindad volteen, aunque sea un segundo a mirar. El país le habló, presidente, y usted ha decidido no escuchar y, con profunda soberbia, ha asumido una postura burlesca y mezquina. Cuidado, Gustavo, usted está cada vez más solo, encerrado y aturdido, y en frente tiene un pueblo que le va a plantar cara y no cederá un milímetro a su deriva autoritaria. Debería, por primera vez, actuar acorde a la grandeza y la dignidad de un cargo que usted hace ver diminuto.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/samuel-machado/

4.5/5 - (8 votos)

Compartir

Te podría interesar