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Una economía de mercado puede existir, florecer y ser exitosa sin la necesidad de la democracia. Singapur, Taiwán o China son buenos ejemplos de esta afirmación, señala Giovanni Sartori en su libro llevado a la televisión italiana: “La Democracia en 30 lecciones”. Entonces, ¿para qué sirve la democracia? A esta paradoja de crecimiento, libertad y bienestar, sumamos hoy la llegada de la Inteligencia Artificial, tecnología que apunta a convertirse en la nueva singularidad de la especie humana, al extremo de amenazar la supervivencia del homo sapiens.
Sin embargo, antes de nuestra desaparición, las historias que nos hemos contado a nosotros mismos sobre las organizaciones, las instituciones, el dinero y la democracia podrían cambiar radicalmente. Las historias que nos vinculan y nos hacen competir o cooperar no serán fabricadas por nosotros mismos, sino por inteligencias artificiales super poderosas. Perderemos nuestra capacidad creativa y narrativa, y cederemos el control y la imaginación a creaciones sintéticas basadas en silicio.
Para Sartori, todo el edificio de la democracia se apoya en la opinión pública, y esta se alimenta del debate y la conversación entre los ciudadanos en el seno deliberativo de los públicos que conformamos las sociedades democráticas. Por ello, en la más reciente entrevista al israelí Yuval Noah Harari, este último afirma que: “Si la Inteligencia Artificial (IA) se hace cargo de la conversación, la democracia ha terminado». Dice Harari que las democracias dependen básicamente de la conversación pública, dependen de que la gente hable entre sí.
Si perdemos la palabra que nos teje, si dejamos de opinar y contarnos historias, si perdemos la capacidad narrativa y deliberativa, vendrá el auge y la consolidación de los regímenes autoritarios: adiós a la democracia. Adiós a una forma de organización política, social y económica que tal vez sea la mejor que hemos inventado, y a la que le llega hoy su principal amenaza: el fin de la conversación. Las interacciones que suceden en redes sociales digitales no son conversaciones: no hay miradas, ni gestos, no hay humanos al frente, no hay proximidad ni movimiento, tampoco tono o volumen, solo caracteres que producen datos y tendencias. Los regímenes autoritarios no necesitan y no requieren de nuestra conversación, al contrario: la anulan y la suprimen.
Mientras que el anterior apocalipsis sucede, tenemos poco tiempo para revivir la conversación y encender la democracia participativa, libre y deliberativa que nos protege de la tiranía. Este portal NoApto, está construyendo un espacio de conversación pública importante en Medellín: #NoAptoParaFanáticos, un debate abierto en la plazoleta de las artes del Teatro Pablo Tobón Uribe, donde los precandidatos a la Alcaldía de la ciudad, que no son pocos, conversan, se miran, se retan, argumentan y narran sus ideas para gobernar. El juego que proponen los organizadores los interpela ética y técnicamente, los pone a prueba, los confronta y nos pone a pensar para decidir y después votar.
Agradezco y celebro a quienes conversan, a quienes creen en la democracia como conversación, a quienes opinan y debaten de frente. Conversar, debatir y narrar nos trajo hasta aquí. Tal vez por esto creo que la salida sea por la misma vía: la conversación. Esto haría que la Inteligencia Artificial no nos conduzca, sino que nos sirva a una democracia más iluminada y humana.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juanes-restrepo-castro/