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“Tuvimos los mejores resultados contra el narcotráfico, las fuerzas armadas se superaban en sus propias metas, capturamos los mayores cabecillas de los grupos armados relacionados con el tráfico de drogas ilegales y nada cambió. Estuvimos corriendo hasta el cansancio en una bicicleta estática” Fueron las palabras del expresidente Juan Manuel Santos en la presentación del informe para Colombia de la Comisión Global de Política de Drogas, comisión fundada por el exsecretario de las Naciones Unidas y Premio Nobel de la Paz Kofi Annan para repensarse las fracasadas políticas de drogas en el mundo. Este evento, que estuvo acompañado por el expresidente de México Ernesto Zedillo y la expresidenta de Suiza Ruth Dreifuss, fue uno de los varios eventos en el país que se estaban dando al tiempo con una misma consigna: la regulación de las drogas es el camino.
Estos eventos: la presentación del informe de la Comisión Global, la Cumbre Nacional de Cannabis y Cáñamo en Cali, el Congreso de Uso Adulto del Cannabis, el Curso sobre Política de Drogas de la Universidad de los Andes, entre otros, son resultado de una conversación cada vez más madura.
En el Congreso, por ejemplo, pasamos de tener más de 30 proyectos de ley que buscaban la prohibición o restricción del consumo de sustancias psicoactivas -la gran mayoría hundidos, por fortuna-, a tener cero iniciativas que van en ese sentido en la actualidad. En contraste a eso, con tan solo cuatro meses del nuevo Congreso, ya hay radicado (5) proyectos de ley que buscan la regulación del Cannabis de uso adulto y dos proyectos de ley que buscan proteger la salud de las personas consumidoras de sustancias psicoactivas.
El debate regulatorio avanza tan rápido que hay congresistas que se hicieron elegir con banderas pro-regulatorias en el país que vio nacer a Pablo Escobar. Mismo país que su presidente pregona en la comunidad internacional la necesidad de replantear la guerra contra las drogas.
Este fervor reformador es propio de los movimientos de cambio en nuestras sociedades. La mentira de la guerra contra las drogas está siendo socavada por una masa de organizaciones sociales, académicos, personas y posturas políticas que están entendiendo que ese este es el momento para mover a la humanidad a un nuevo paradigma entorno a las drogas: entender su función social, sus potencialidades y la necesidad de crear mercados más seguros, menos violentos y que estén libre de tabúes, estigmatización y prejuicio. Estoy convencido que, junto con la nueva ola del feminismo y la sostenibilidad del planeta, es la discusión social más pertinente de nuestra generación.
En este contexto, quiero pensar en Medellín. ¿Qué tiene que decir la ciudad que vio nacer y crecer al capo de drogas más famoso de la historia? Medellín es hoy, quizá, el laboratorio urbano de Nuevas Sustancias Psicoactivas más grande del país. ¿Cuál es nuestro papel y nuestra voz en una discusión que apenas empieza pero que es de suma pertinencia para el presente y la construcción de nuestro futuro?
Medellín, esta conversación también es con vos.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/mateo-grisales/