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Petro propuso ponerle aranceles a la importación de maíz extranjero para que, a cambio, sea producido aquí. Una idea aplaudida por muchos y que, vista desde el idealismo, seduce. Suena maravilloso aquello de que Colombia puede producir de todo y que no debería importar ningún producto, nos sacude las más profundas fibras patrióticas, pero la verdad es que es una pésima idea.
El maíz importado, incluso con toda la logística que requiere traerlo, es mucho más barato que el producido en Colombia. ¿Cuál sería el resultado entonces de prohibir su importación? Que dependeríamos enteramente de la producción nacional, subirían los precios no solo porque ya hoy es más caro, sino porque se dispararía la demanda del grano a la par de su valor. Además, no solo hablamos de alzas de la mazorca y sus productos derivados, sino también de los pollos y los huevos, pues de maíz se alimentan.
Los países de donde se importa (EEUU, Brasil, Argentina) tienen mucha más tecnología, grandes planicies y sí, reciben subsidios del gobierno para producir. Contra lo primero no podemos hacer mucho, su productividad es mucho mayor. Y respecto a lo segundo ¿No es el mundo ideal zurdo? Con impuestos pagados por las personas más ricas de EEUU subsidian un maíz que nos llega por esa razón mucho más barato.
Además ¿Han pensado si el mundo le paga a Colombia con la misma moneda? ¿Se imaginan, por ejemplo, que los países que nos compran café tengan líderes políticos que determinen que ellos también podrían producirlo y nos prohíban exportarles?
Con el comercio internacional abierto tenemos acceso a muchos más productos, calidades y precios que no tendríamos jamás dependiendo solo de la producción nacional. Y si un producto colombiano es bueno y se vende a buen precio lo vamos a comprar pese a tener competencia internacional, que es un excelente incentivo para que lo local mejore e innove. Cerrarse al mundo es estancarse.