La agenda de la confianza

La agenda de la confianza

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Esta semana ocurren en Medellín varios escenarios de reflexión y acción sobre la confianza. El miércoles 12 se reunió, invitados por la Red de Constructores de Confianza de la Universidad EAFIT, personas de varias organizaciones de la ciudad escucharon los resultados del Barómetro Edelman 2023 que monitorea la confianza global, sobre todo respecto a las empresas; un conversatorio sobre los resultados cerró un espacio de muchas preguntas. El viernes 14, en el jardín Botánico, la reflexión fue propiciada por la cooperativa Confiar y su Bazar de la Confianza, con invitados de muchas organizaciones de la ciudad respecto al panorama y sus experiencias respecto a la posibilidad de confiar en Medellín. Este mismo domingo 16, precisamente, se desarrolla el Bazar de la Confianza, el escenario de encuentro principal de la importante cooperativa, evidencia de las enormes posibilidades de las organizaciones que centran su atención en la confianza.

Tuve la fortuna de estar involucrado de alguna manera en los tres escenarios. Lo hago en buena medida porque la Universidad EAFIT, donde trabajo, se ha comprometido hace años por investigar y proponer conversaciones sobre la confianza como fenómeno social y como elemento sustancial del bienestar de las personas. También porque tengo la convicción que la construcción de confianza es de las agendas más relevantes, urgentes y potentes que puede tener una sociedad como la nuestra. La confianza es el ingrediente no-tan-secreto de la sociabilidad y el civismo, de la equidad y el desarrollo, de la prosperidad y el bienestar, de la democracia y la paz.

Vale la pena, quizá como pocas cosas, para invertir nuestros esfuerzos. Por eso son valiosos los escenarios como los que de esta semana. Pero necesitamos más.

Y como todo lo importante, la confianza puede resultar escasa. O al menos, parece ser cada vez menos frecuente. En el mundo, las personas que confían en la “gente” pasó del 38% al 27% en los últimos treinta años, pero en regiones como América Latina la caída ha sido más profundidad, con este porcentaje pasando del 19,5% en los años noventa al 9,5% en la actualidad. La confianza en las instituciones ha caído de manera similar. Los estudios hablan de “crisis en la confianza”, y aunque pueda haber matices en el titular, los datos sí soportan un resentimiento en los niveles de confianza en casi todos y todo en los últimos años.

En Medellín, para quedarnos en nuestro redil, las personas que confían en otras pasaron del 43% en 2019 a 32% en 2021. Un desplome. Ni hablar en la confianza en gobernantes e instituciones locales de gobierno. Todas razones para esperar que en la discusión actual a las elecciones locales la confianza sea protagonista. No solo como recuperación de la confianza resentida respecto al gobierno distrital; el asunto con la confianza (y la desconfianza) es que es contagiosa e interdependiente. No basta con que confiemos más solo en un personaje público, en una institución o en grupo de personas. Construir confianza necesita de un esfuerzo total y absoluto como pocos.

Ojalá esa idea, ese compromiso general e irrestricto con enfrentar la crisis de confianza, pueda colarse en los debates que vendrán en estas semanas y por supuesto, en los programas por los que el 29 de octubre, votaremos.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/santiago-silva/

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