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Estamos en pleno apogeo de la izquierda “Narc Déco”, aquel término acuñado para designar las transformaciones estéticas que trajo al país el narcotráfico y que, aunque frecuentemente se ha asociado con los políticos de derecha y sus militantes, también ha permeado con contundencia las huestes zurdas.

Y es que claro, dada la tendencia a la siniestra de nuestros intelectuales, los retratados dentro de esta corriente estética suelen ser paisas y de derecha, sin embargo, no podíamos esperar que el dinero sucio que brota a borbotones no hiciese sus cambios y estragos también en la izquierda, que mucho se ha beneficiado de este.

Especialmente porque detrás del deseo de ostentación hay un profundo odio de clase que se compagina perfectamente con el núcleo del pensamiento de izquierda, que es el odio que carga el pobre puesto que, ni consiguiendo plata, puede entrar en los cerrados círculos de la élite colombiana. Y resuelve su rabia ostentando, mostrando a más no poder su nueva riqueza en joyas, lujos, viajes, carros, arquitectura colosal, ropa y cirugías estéticas, buscando como última esperanza la aceptación como “nuevo rico” a base de su poderío.

En cuarenta años el “Narc Déco” ha evolucionado, ya no solo marca la tendencia de quienes rentan del narcotráfico sino también de quienes se dieron cuenta de que es mucho más rentable y seguro desangrar al Estado. No en vano el gabinete “del pueblo” de Quintero rápidamente salió de los barrios marginales a vivir en el sur, como otrora lo hicieron los primeros capos, en un estilo de vida que se repite.

Así mismo se comportó Nicolás Petro, como lo han hecho miles de lavaperros que lo han precedido. Y no sabe uno que es peor, que el “Narc Déco” se sostenga con las máquinas de sangre de los carteles o despojando al Estado de los recursos que deberían ir para la inversión social. En todo caso, no creo que sea un “cambio” que haya que celebrar.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/jose-valencia/

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