Salió Irene Vélez del gobierno y espero que se cierre ahí una de las facetas más estúpidas de la izquierda colombiana. ¿Su legado? Intentar acabar con la industria más grande del país, que le permite tener al Gobierno Nacional los recursos para poder hacer inversión social.

Hasta Lula, que es del mismo combo que apoya a Maduro, sabe que sin el petróleo de Petrobras ninguna de sus políticas sociales sería posible, y criticó siempre el rumbo que seguía la exministra. Es que debería trascender cualquier ideología la sensatez de querer conservar la mayor fuente de ingresos del país.

Nos vendieron además a la señora como una lumbrera, pero proponía cosas tan endebles intelectualmente como dejar de producir aquí los hidrocarburos para importarlos de Venezuela ¿Es que los de allá no contaminan o cómo es la cosa? Que no se note para qué dictadura era el favor.

Muchas feministas, que para criticar solo ven por el ojo derecho, salieron en defensa de Irene, diciendo que lo que nos molestaba era que fuera mujer y que todo se trataba de una crítica machista. Claro, no tenía nada que ver que estuviera acabando con el futuro económico del país, y de paso, con la bonanza de una empresa capaz de financiar una costosa transición climática; el problema según ellas era dizque su sexo…

Eso sí, las mismas feministas nunca pudieron ver las mañas politiqueras de Vélez. Con su esposo contratando con el Estado y su pobre excusa de un “error de digitación” para justificar su exclusión de un posible conflicto de intereses. O el abuso de su posición con la presión a un funcionario de Migración Colombia para que su hijo menor de edad saliera del país sin los requisitos legales.

Irene Vélez, chao y no vuelva.

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