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Modesta puede ser la palabra que describe la actividad económica de los últimos años en Colombia. Con una proyección de crecimiento de 1.8%, el país crece a un ritmo lejano al de su potencial. Recientemente, la facultad de Economía de la Universidad de los Andes señaló que, desde el cuarto trimestre del año 2022, la tendencia histórica de crecimiento del PIB se encuentra en terreno negativo y parece no dar muestras de recuperar el dinamismo.
Siendo románticamente racional, uno de los factores que puede ayudar a encauzar la economía hacia niveles de crecimiento óptimos es la confianza. El PIB per cápita en Colombia se triplico desde la década del 90 gracias a una sólida política macroeconómica, un marco regulatorio serio, un plan de control de la inflación exitoso promovido por el Banco Central, entre otras medidas que algunos rotulan de ‘conservadoras’ con cierto sesgo, pero que han garantizado la estabilidad económica del país.
Si usted se pregunta qué tiene que ver la confianza con el PIB, la respuesta es: todo. El componente actual que más aleja a Colombia de un crecimiento potencial es la inversión, que se ha desacelerado con fuerza. Ese frenazo se debe, en buena medida, a la ausencia de confianza, que es la base de todas las relaciones, no solo las interpersonales, sino también las institucionales. En el caso de la inversión, la confianza es importante porque posibilita u obstaculiza la dinámica económica en el presente y el futuro, debido a que tiene ese doble componente temporal.
En un momento en el que se busca reactivar la economía, las acciones serán más importantes que las intenciones. Así funciona la confianza: se construye con hechos. Los anhelos de desarrollo social, superación de la pobreza, la transición energética, lucha contra el cambio climático, entre muchos otros objetivos son posibles únicamente si se conjuga la inversión pública y privada. Para ello, como lo explica el más reciente informe de Estudios Económicos de la OCDE sobre Colombia, es necesario promover un entorno favorable a la inversión, es decir, es importante generar confianza. ¿Cómo se logra? Con el imperio del rule of law, con reformas que den garantías a los inversionistas y les dejen ver los retornos que puede traer consigo creer en el país; con ejecución presupuestal rigurosa, que beneficie a todos los colombianos, con un foco especial en quienes más lo necesitan; con la intención de buscar oportunidades en lugar de distraerse en las redes sociales.
La reactivación económica, considero, no está tanto en modificar la regla fiscal, sino, precisamente, en garantizar la sostenibilidad fiscal y fomentar la inversión, que representa la mayor brecha para el crecimiento presente y futuro. Por ejemplo, si se reactiva el sector de la construcción, los beneficios podrían ir desde la reducción del déficit de vivienda y una posterior reducción en la pobreza multidimensional. También es importante avanzar en productividad y eficiencia en el gasto público. De igual forma, más allá de la idea de proponer nuevos impuestos en momentos donde puede resultar contraproducente, es mejor pensar qué acciones pueden darle más dinamismo a la actividad económica; en ese sentido, es una buena idea, además de necesaria, la propuesta de reducir la tasa general de impuesto de renta corporativo.
La confianza que se genere, es decir, lo que se haga o deje de hacer, determinará el panorama de los próximos años. El tiempo nos dirá qué camino se tomó.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/andres-jimenez/