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El baño de realidad que implica ser gobierno sigue lavando el mundo de ilusiones que construyó petrismo, cada semana presenciamos cómo se desmorona la coherencia del nuevo gobierno y es menester recalcarlo, pues ganaron ofreciéndole impunemente espejismos a una generación que, legítimamente, sueña con un mejor país.
La violencia no para, al momento de escribir esta columna bajo los 20 días del mandato de Petro se han presentado 11 masacres que han dejado 36 muertos. Y claro, me dirán y probablemente con razón, que es muy pronto para responsabilizar al recién posesionado Presidente.
Sin embargo, esto pone en evidencia varias cosas. Primero, que las masacres no se producen porque un gobierno las ordene, como dejaban a entender en sus acusaciones a Duque, ni que la Presidencia tiene la potestad de hundir un botón para que cesen y que por lo tanto no hacerlo es negligente. Y segundo, que su actuar es mezquino e hipócrita, pues hay numerosas declaraciones hechas Petro y sus seguidores culpando al anterior gobierno sobre las matanzas en el mismo lapso de tiempo hace cuatro años.
Pasa lo mismo con Nicaragua, a pesar de que este país, regido por el izquierdista Daniel Ortega y quien lleva 15 años consecutivos en el poder usando la fórmula implacable de encarcelar a cualquiera que se atreva a ser su opositor, está en una guerra contra la Iglesia católica luego de que varios religiosos se atrevieran a hacer públicas las denuncias de violaciones contra los Derechos Humanos, el gobierno colombiano se negó a apoyar la condena contra ese régimen en la OEA. ¿Solo le preocupan al petrismo los Derechos Humanos cuando quien los viola es de derecha?
Tampoco puede pasar por alto el respaldo que le manifestó Petro a Cristina Fernández de Kirchner, acusada por 2 fiscales argentinos de gravísimos actos de corrupción. Y es que si ya es delicado que la rama ejecutiva critique lo que hace la judicial ¡Imagínese que un mandatario de otro país se entrometa en las decisiones de la justicia! Hasta ahí les llega a los petristas el cacareado respeto por la separación de poderes y por la soberanía de cada país.
No soy optimista, estas actuaciones internacionales, sumadas al muy afectuoso encuentro entre Benedetti y Maduro, nos alinean políticamente con los regímenes más autoritarios y empobrecedores del continente. Ojalá no sea demasiado tarde para despertar.