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Las mujeres parecemos tener más libertad y disfrutar de más derechos. Celebramos los pequeños triunfos como grandes avances. Criticar sería tensar demasiado la cuerda o mostrar ingratitud hacia lo logrado. Nos perciben como insaciables, las persistentes que demandan más (que en realidad es lo mínimo), pero dado que nuestro punto de partida es tan bajo, cualquier progreso se percibe como poco; la vara estaba muy baja, lo que magnifica nuestros avances. Cualquier cambio mínimo se celebra como una gran victoria. Sin embargo, en cuanto a los derechos no hay términos medios: o se tienen o no se tienen.
Nos hicieron amar los grises, lo poco, los “por lo menos”. El juego es mental porque debemos estar agradecidas con lo mínimo. Debemos callarnos porque “por lo menos”… algo. Por lo menos ya no nos queman en hogueras, por lo menos ya trabajamos, por lo menos ya hay donde denunciar, por lo menos ya la brecha salarial es del 13%, por lo menos ya hay 30% de mujeres en el congreso, por lo menos, por lo menos, por lo menos.
Nos dicen que esperemos, que seamos pacientes, que avancemos poco a poco, que todo es un proceso. Pero la verdad es que no estamos progresando tan rápido como parece: las brechas de género se amplían en algunos lugares y, en tiempos de crisis, los derechos de las mujeres siempre son los primeros en ser cuestionados. Siempre estamos al borde de perder lo que hemos ganado. No sabemos si el próximo presidente, ministro o CEO compartirá nuestra visión del mundo. Con una sola decisión, todo puede cambiar: podrían arrebatarnos derechos adquiridos, eliminar programas para cerrar brechas, argumentar que hemos ido demasiado lejos o promover movimientos en contra de nuestra lucha, como el famoso movimiento anti-«woke».
En cualquier momento caemos otra vez nosotras. No solo hay pisos pegajosos y techos de cristal, sino que andamos sobre el suelo mojado y resbaladizo, siempre en riesgo de caer. Por eso nos toca caminar con cuidado y mirando los zapatos. No tenemos derecho a avanzar con la vista al frente porque en cualquier momento nos mueven el tapete.
Me pregunto qué es lo que hay que esperar si estamos en pleno siglo XXI y sabemos lo que hay que hacer ¿A qué o a quiénes hay que esperar? Estamos en la era de la información, vivimos supuestamente en estados sociales de derecho y en democracias, tenemos suficiente agencia para tomar decisiones empresariales y estatales, entonces, ¿qué es lo que hay que esperar para que haya igualdad real?
Los que toman decisiones no son niños aprendiendo, sino adultos con capacidad suficiente para entender el problema, son los líderes, los aplaudidos, los bien remunerados, los que dan cátedra, los mejores educados, los que reciben de primavera mano la información, entonces, ¿qué es lo que tienen que esperar para cerrar las brechas que tienen a su alcance?¿Con qué estamos compitiendo?, ¿con su atención, con su tiempo, con su condescendencia, con su bondad?
Supongo que debe ser fácil decir que hemos avanzado mucho cuando no es sobre su cuerpo que recaen las desigualdades todos los días. Imagino que cuando uno se levanta como hombre, este tema le debe cansar y debe parecer exagerado; es un asunto más a resolver. Por eso, nuestros derechos compiten con las apretadas agendas de los tomadores de decision. Hay semanas en las que habrá tiempo para esto y otras donde las prioridades serán otras. Me pregunto si la brecha salarial recallera sobre los hombres cuánto tiempo duraría “el mal entendido” O si ellos tuvieran un techo de cristal sobres sus cabezas ¿cuánto tiempo tardarían en romperlo en mil pedazos o declarar una guerra.
Algunas mujeres somos el trofeo del avance, pero hay que tener cuidado con no volvernos unas negacionistas del problema por ser de las pocas con privilegios de género.
Claro que somos impacientes porque resulta que todos los días nos levantamos siendo mujeres. Nosotras no podemos darnos el privilegio de postergar “el temita”, porque somos el tema. No podemos dejar de pensar en eso, porque no hay un instante en que no seamos “eso”.
En fin, gracias por las rosas.
Otros escritos de este autora: https://noapto.co/juana-botero/