Ganar el piso 12 de La Alpujarra

Ganar el piso 12 de La Alpujarra

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El próximo año son elecciones locales. Muchos y muchas de los interesados en cargos de elección popular ya están en correrías, reuniones y conversaciones que buscan generar visibilidad y apoyo. Empiezan las estrategias.

Una de las campañas más interesantes que se vienen, y de las más relevantes para el escenario nacional, es por la Alcaldía de Medellín y aunque la parrilla de candidatos es difusa y amplia, por el momento, es claro que hay varios bandos que se perfilan como colectividades para la disputa. Veamos algunos de ellos.

El primero es el colectivo de apoyos en torno al proyecto político del actual alcalde, Daniel Quintero. Este es uno de los grupos más fuertes para pelear por el piso 12 de la Alpujarra, en parte, porque el alcalde logra mantener un apoyo que ronda la mitad de la ciudad en los ponderados de las encuestas más representativas y porque el poder es más fácil mantenerlo cuando se tiene que alcanzarlo desde afuera, algo en lo que el alcalde y sus adeptos están empeñados desde el primer día con los acuerdos, alianzas y negociaciones en los que se han involucrado.

Este equipo político parte con ventaja, no será sencillo derrotar la alianza oscura que hizo que ganaran en 2019 amasada en la politiquería, pues esta se ha reforzado con el amaño de la contratación, el enroque electoral para las presidenciales, la acumulación de poder y contratación en todo el Área Metropolitana, y la estrategia de comunicaciones que impone una narrativa mentirosa y poderosa contra los obstáculos sociales y económicos a la forma mezquina de ejercer el poder desde la Alcaldía.

Los grupos opositores a Quintero se equivocan si creen que la situación actual de la ciudad se percibe como insoportable por parte de la ciudadanía, justamente porque mucha de la fortaleza institucional construida en gobiernos pasados aún soporta el ocaso de un gobierno destructor. Adicionalmente, el escenario mediático le es favorable a la narrativa aplastante del gobierno que justifica siempre sus desaciertos, la imagen del alcalde no se toca de manera significativa por lo mal que se ha desempeñado ni por lo oscuro de su actuar, al menos no al punto de hacer inviable su posibilidad de dejar sucesor o sucesora, todo lo contrario, la ventaja que tienen les permite tener candidatos que parecen no se fuertes pero que se apoyan en este entramado de poder por debajo de la mesa, por eso no hay que subestimar a Juan Carlos Upegui o Diana Osorio como candidatos, eso sería cometer el mismo error que se cometió al subestimar la campaña anterior a Quintero.

El otro bando amplio en la disputa por la Alpujarra es el de las y los opositores a Quintero, en este grupo está una idea clara pero una unión menos cohesionada que en el anterior grupo. La mera oposición al actual alcalde no es suficiente para tener un proyecto político de mediano y largo plazo para la ciudad. En este grupo el gran reto es establecer subdivisiones poderosas y con horizonte posible de poder.

Los opositores al alcalde tienen profundas diferencias que serán insalvables, entender esto pronto es vital, lo único en lo que están de acuerdo es en la disputa con Quintero, por eso ese bando se decantará en grupos. De ahí saldrá una candidatura más cercana a la derecha, seguramente la más uribista de las campañas, con ondas dudas de si el uribismo suma o resta, el ocaso nacional y las sucesivas derrotas locales hacen pensar que no es estratégico tener ese sello.

El otro emergente de los opositores será un grupo más independiente (aunque esa marca ya la adoptaron los seguidores de Quintero) que puede terminar en una o dos candidaturas más cívicas, en las elecciones pasadas esta incapacidad para tener un solo candidato hizo que varios de los candidatos tuvieran pobres resultados, producto de una mezcla de división y de ausencia de posibilidades reales de triunfo y poder, que eran muy claras desde el inicio mismo de la contienda.

Para que las candidaturas cívicas puedan ganar la carrera a la Alpujarra, además de una visión esperanzadora de ciudad que conecte con la gente, ideas y proyectos claros, deben afinar su estrategia política. El discurso de lo malo que es Quintero no será suficiente para derrotar la estructura política creada por su equipo en torno a su gobierno. Claro que se necesitan ideas fuertes, pero no es menos importante tener una estrategia clara de posicionamiento para la campaña, cosa que no se logra si un acuerdo político medianamente sólido decantado en pocos y visibles precandidatos que deriven en una sola campaña.

Los equipos ya están en preparación, la cita electoral está por arrancar, la campaña por la Alcaldía de Medellín será una disputa con muchos matices interesantes de cara al próximo año.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/andres-preciado/

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