Fico enfrenta varios y grandes poderes. Uno es el grupo que lidera Quintero, que aunque golpeado en la opinión, se ha fortalecido a punta de contratos y plata pública; otro es el gobierno nacional, que apoya de frente y sin pena al candidato quinterista, avalado por el Pacto Histórico; además hay otros grupos políticos tradicionales que, si bien son independientes frente a Quintero, se han beneficiado de su burocracia y de la del gobierno nacional, y con seguridad están interesados en mantener ese grifo abierto.

Por otro lado, el impacto electoral de estos grupos es difícil de medir, pues su fuerza no figura en encuestas o en redes sociales, sino en tablas de Excel con listados de personas que les deben favores. Es decir, probablemente las encuestas son acertadas a la hora de medir el voto de opinión, pero hay otra especie de voto que se les puede estar escapando del radar.

Mejor dicho, en el otro bando suman maquinarias tradicionales, bodegas digitales sin escrúpulos y con alcance nacional, presiones a contratistas y una chequera gorda, la cosa no está fácil para Fico.

Y no es que crea que su campaña vaya mal, esto no es ningún llamado de atención a Federico ni a los que lo rodean. Sino que más bien es un mensaje para quienes simpatizamos con su candidatura: no nos podemos confiar, Fico no ha ganado nada. Sus rivales han demostrado con creces no tener ninguna línea ética, y hasta en el reconteo de los votos habrá que estar con mil ojos.

Vamos a jugar con toda hasta el final, seguro mató a confianza. No dejemos de hacer nada por creer dizque que Federico ya ganó. Pegue ese microperforado que había pensado, escríbale a esos amigos del grupo de WhatsApp, inscríbase como testigo electoral, ponga en sus redes sociales los mensajes de la campaña, cante el voto, haga esa reunión familiar. Confío en que Fico va a ganar, en Medellín queremos recuperar la ciudad de una banda sin ética que la ha saqueado, pero su victoria será más sabrosa si sabemos que lo dimos todo en la cancha.

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