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Medellín está en crisis, para nadie es un secreto. Crisis política, económica, social y cultural. La polarización, la pobreza, la falta de cohesión del tejido cívico y la ausencia de sentido de pertenencia, hacen que la ciudad no sólo haya retrocedido en muchas cosas, sino que aumentan el riesgo de que no haya una visión a mediano y largo plazo que nos saque del momento tan difícil en el que estamos.

La alcaldía pasada fue el pico de lo antes mencionado; la desconfianza de los ciudadanos entre ellos mismos y hacia las instituciones, generada por un gobierno mediocre y oscuro, impactó también de manera negativa la voluntad de soñar con un presente y un futuro mejor para la ciudad; ahora es difícil creer que en poco tiempo retomaremos el rumbo perdido y nos ubicaremos de nuevo sobre el camino que nos estaba llevando a buen puerto en décadas anteriores. El desánimo tocó cada capa de la sociedad.

Salir del exalcalde y su grupo se volvió una premisa colectiva, de ahí que alrededor de 700 mil personas apoyaran la candidatura de Federico Gutiérrez y que su lista al concejo fuera las más votada. Muchos, como yo, le dimos el voto al actual alcalde con la clara intención de mandar un mensaje: una mayoría aplastante contra Quintero, cosa que se logró.

Sin embargo, el día después de la elección, yo -que por ahora no puedo hablar por muchos, aunque creo que comparten mi posición- me hice a ”un lado” con el objetivo de exigir del nuevo gobierno medidas claras frente a la crisis de la ciudad, pero han pasado 49 días y siento que éste está desenfocado en algunos aspectos, cosa que sería menos grave si fuera un grupo de primíparos en el poder, pero Federico y su combo ya habían gobernado antes, así que no hay espacio para improvisaciones.

Lo de Manuel Córdoba, el exsecretario de cultura, es un buen ejemplo. Pareciera, como lo dije en la red X, que la cantidad de votos obtenida por el grupo político liderado por Gutíérrez hubiera sido entendida menos como un reto y más como un permiso; menos como compromiso y más como cheque en blanco. El desparpajo de Córdoba al hablar de su responsabilidad (o irresponsabilidad) frente a la cultura de la ciudad describe muy bien ética y estéticamente a parte del gabinete que nombró Federico y a la mayoría de los concejales que salieron elegidos por el partido Creemos: un coctel explosivo de desconocimiento y soberbia.

Lo del exsecretario, sumado al bochornoso proceso de casi reelección del personero William Yefer Vivas por parte de los concejales, deja mal parada a una administración que apenas arranca, que parece haber entendido poco los últimos años y que cree que Medellín, es decir, sus ciudadanos, no cambiaron nada desde 2016; que van a ser simplemente un comité de aplausos.

Federico, que ya es alcalde aunque a veces siga en campaña, debe hacer tres cosas: dejar de hablar de Quintero; establecer puentes con el gobierno nacional dejando atrás ese jueguito de creerse el líder de oposición, cosa que sólo nos aísla más y más; y definir estratégicamente el rumbo que va a tomar su gobierno estos cuatro años, en los que combatir el hambre, la explotación sexual de mujeres y menores de edad, los hurtos, y apalancar los grandes proyectos de infraestructura y movilidad serán temas de vida o muerte, casi que literalmente.

Esto ya empezó, Fico. Es hora de dejar de mirar X y responder a cada coyuntura para establecer, mejor, un gobierno serio, responsable, fuerte, decidido y con visión. Focus, Fico.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/daniel-yepes-naranjo/

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