Ferraris y marranos

La semana pasada dos Ferraris fueron protagonistas de la agenda informativa de Medellín y, sin pretenderlo, terminaron reflejando un contraste que define a la ciudad: cuna del talento, pero también guarida de la malicia.

En las páginas de farándula se describió la nueva adquisición de Maluma: un Ferrari de color turquesa único en el mundo. Hermoso. El carro valorado en más de 5 mil millones de pesos ya rueda por las afueras de la ciudad como símbolo del éxito artístico.  

Muy distinta fue la aparición del hermanito del tricen, quien se hizo famoso por hacer campaña política con un marranito de barro en la mano. A él también le publicaron fotos posando en un Ferrari rojo, pero esta vez en la sección de judiciales.

Y es que, a diferencia de Maluma, al político del marranito no se le conoce talento excepcional, ni suficiente sudor en la frente como para adquirir un coche de semejantes características. Por esa misma razón, dice la nota de prensa, la Fiscalía ya está haciendo su tarea. 

En La Rebelión en la Granja de Orwell los marranos usaban el poder para justificar privilegios; en Medellín, esa rara especie de cerdos que camina en dos patas, parece que usó el poder para conseguir privilegios.

Es difícil calcular cuántos artistas, empresarios o deportistas en la ciudad devengan —de manera legítima— los ingresos necesarios para comprar y sostener un vehículo de estas características. Lo que sí es un hecho: ya no es una rareza ver un súper-auto por las calles de El Poblado o Llanogrande, aunque no se sepa si es producto del esfuerzo o ajá…

Por más rápido que sea el Ferrari rojo, lo que se espera es que la Fiscalía corra todavía más para impedir que quienes buscan acumular poder en lo Nacional, sigan disfrazando de éxito lo que no tiene justificación. Porque, como en la obra de Orwell, aunque la malicia y la tiranía intenten ocultarse, siempre quedan al descubierto.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/daniel-palacio-2/

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