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Esteban Mesa

Estrenar la mitad del corazón

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"Tuve la fortuna en la vida de conocer a María del Mar cuándo ella tenía 2 años largos. Me perdí muchas cosas, pero la he visto crecer, vencer miedos, encontrar pasiones, enfrentar problemas, fracasar en algo, llorar y ser feliz. Con ella estrené la mitad del corazón."

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En este punto de la vida y corriendo el riesgo de sonar a una canción que oímos los de la generación de Mtv, ya he sido futbolista y ciclista (amateur obviamente), estudiante y empleado, candidato político y emprendedor, secretario de gobierno y desempleado, he sido jefe y he tenido grandes jefes, he intentado cambiar el mundo y me he rendido, he sido novio y he sido ex, he sido hijo y ahora soy papá. Hoy creo que son esas últimas las que verdaderamente importan y de eso quiero hablar.

Un compañero de trabajo alguna vez me dijo que tener un hijo era estrenar la mitad del corazón. Esa frase me quedó dando vueltas durante años en la cabeza. Tuve la fortuna en la vida de conocer a María del Mar cuándo ella tenía 2 años largos. Me perdí muchas cosas, pero la he visto crecer, vencer miedos, encontrar pasiones, enfrentar problemas, fracasar en algo, llorar y ser feliz. Con ella estrené la mitad del corazón.

Estoy lleno de imágenes imborrables de su ternura, su malicia, su mirada. Imágenes que se alimentan todos los días. Jugamos con muñecas, me fue a ver “jugar” fútbol, me recibió después de horas en la bicicleta, le enseñe a pedalear, le intento enseñar a estudiar, compartimos lecturas, películas, música (cada vez menos gracias el K pop), alegamos, nos reímos.

Después nació Leticia y estoy viviendo esos primeros años que me había perdido. Ya entendiendo lo que es ese amor, he pasado las primiparadas propias de un novato. Cambié mi primer pañal, di tetero, no dormí nada durante meses, me he estresado con la tos, me he maravillado con los avances de cada día. Aprendió a voltearse boca abajo, aprendió a mover las manos, aprendió a sentarse, a gatear, a caminar, a saltar, a comunicarse. Ahí vamos, en plena guardería.

Ser papá es el reto más grande que he tenido. No es solo por la responsabilidad de tener siempre algo que hacer, no es solo por el cansancio que llega, no. Siempre me ronda una inquietud de fondo: ¿Quién soy yo para educar a alguien? Afortunadamente cuento con el ejemplo de mis papás y con el trabajo en equipo con Juli. Ante las dudas siempre acudo a los principios, los valores fundamentales que rigen mi vida. Espero que María y Leticia no le teman a la diferencia, no rechacen a otro por verse o pensar distinto, no se rindan con facilidad, persigan sus sueños, argumenten sus ideas, que no justifiquen la violencia, que no toleren la injusticia, que sean conscientes de sus privilegios, que valoren su familia.

El camino apenas empieza, vendrán momentos complejos. Me inquieta saber que tendré que dejarlas equivocar aún sabiendo que pueden resultar heridas. Me incomoda saber que seguramente, como a todos, la vida y el mundo les irán quitando la inocencia y tal vez la confianza en los demás. Me angustia que se dejen cargar con prejuicios y con las expectativas de otros (especialmente las mías) y permitan que esto las aleje de su felicidad. Me preocupa el mundo en que viviremos dentro de 30 años.

Seguiremos caminando juntos por la vida. Mi compromiso es siempre estar ahí, apoyarlas y darles las herramientas para que tomen sus propias decisiones, para quesean capaces de resolver lo que la vida les ponga en el camino.

Disfrutaré de cada paso.

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