Estoy desnudo

Uno Tendría que haber perdido la capacidad de asombro y hasta la de indignación, a estas alturas cuando el termómetro del ridículo, si hubiera alguno, habría explotado en átomos de mercurio. O el de la corrupción, o el del despilfarro, o el del desgobierno.

No lo logro. Esta semana Daniel Coronell dio a conocer en su reporte de La W una reunión que citó el presidente Gustavo Petro con todos los directores de Comunicaciones de las entidades adscritas al Gobierno, un domingo. El objetivo era darles palo y señalar lo mal que lo están haciendo para exaltar su figura y defenderlo pero también para garantizar que “los fachistas” no vuelvan al poder.

Dijo muchas cosas, como suele hacer, encadenando temas inconexos como los trucos que un mago saca del sombrero. Y, entre todas las que dijo, sin decir y sin querer, dijo que está desnudo. Como un niño indefenso. No desnudo como el exhibicionista orgulloso, sino desnudo como quien perdió la ropa a la intemperie de una noche fría.

Reclamó apoyo, como lo haría cualquier emperador paranoico: advirtió que le había pedido al director del Dapre una lista de los asistentes a la reunión de donde dijo Álvaro Leyva que lo habían sacado tambaleándose de borracho, porque nadie trinó en X para defenderlo de la calumnia y tenía que saber quiénes eran los insolidarios.

Se dolió también de que ningún funcionario lo hubiera respaldado cuando dijo que se habían vendido diez millones de toneladas de lechona en Expo Universal Osaka 2025. Según él, las cámaras oficiales de los equipos de comunicaciones se dedicaron a enfocarle la cara a él en lugar de mostrar a los visitantes disfrutando de los productos colombianos. Supondrá que de lo que se trata es que lluevan trinos que contrarresten el ruido de las redes y no de que en su dignidad de Presidente revise los datos antes de publicarlos por la deuda que su cargo tiene con la verdad y la precisión.

Asombra tanta vulnerabilidad personal, tan poco sentido de la vergüenza, tanto grito de un ego herido al estilo de los autócratas famosos. Asombra ver tan patentes las grietas de una personalidad, la pequeñez de un líder que exige adhesión por las malas, como le pasa a todo el que se tiene en baja estima. Y sentir tan poco respeto. Asombra verlo desnudo, despojado de la investidura que le corresponde ostentar, e irrita percibirlo en tal debilidad.

Que de ahora en adelante, él va a nombrar a todos los viceministros, también dijo.

Y que los directores de Comunicaciones de ministerios y entidades tenían hasta el diez de septiembre para destinar todos los recursos de difusión a los medios digitales, como ya había dicho y le habían desobedecido, si no querían perder el puesto.

Y que tenían que radicalizarse más en el discurso y endurecer el tono; y que las relaciones con el Congreso se iban a poner peores.

Eso, que el dinero público patrocinará el odio de las bodegas, porque de lo que se trata no es de gobernar este año que falta sino de librar por anticipado y desde el poder una guerra a muerte para ganar las elecciones de 2026, indigna hasta el ahogo, y cansa. Pero no asombra.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/catalina-montoya/

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